El curso electoral nos invita a hablar de esta falacia, sin duda una de las más usadas por nuestros políticos en estos momentos de incertidumbre para sus partidos respectivos. ¿Quién no habrá escuchado la amenaza de "quién no me vote a mí, vota a X" (llámese casta, crisis, ineficacia, corrupción, etc...)? Los políticos alteran la sangre con lo que se llama en lógica la falacia del falso dilema o del tercero excluido.
Pongamos un ejemplo sencillo electoral. Haciendo una búsqueda de un par de minutos, nos encontramos en un blog del PP, al alcalde de Petrel, una pequeña ciudad de Alicante, sugieriéndonos la falacia: "NO VOTAR AL PP ES ABSTENERSE O VOTAR A LA IZQUIERDA RADICAL". En este dilema quedan claramente excluidas otras posibilidades que sí están dentro del panorama electoral, incluyendo la de votar a la extrema derecha. Pero todo eso no interesa: cuanto más simplificado esté el panorama electoral, cuanto más maniqueo suene todo (o estás con los buenos, o formas parte de las perversas fuerzas del mal), mejor lo tendrán algunos de nuestros políticos.
No pensemos que esto es patrimonio ideológico de los conservadores. El partido de Pablo Iglesias usa igualmente esta falacia, apelando a que "o votamos el cambio (Podemos) o votamos por el recambio". Evidentemente a la formación de Podemos no se le escapa que algún partido (nuevos como Ciudadanos o alguno viejo), esgrima al igual que ellos algunas de sus ideas fundacionales, como la lucha contra la corrupción, y que esté ya sufriendo un trasvase de votos hacia esos partidos más moderados.
Rastreando un poco más, un caso histórico de esta falacia lo tuvo el presidente George Bush, en sus guerras preventivas del Golfo en nombre de la lucha contra "el eje del mal". Nunca había quedado tan evidente un falso dilema. Bajo el clima enrarecido posterior al 11S, el dilema era o formar una coalición militar contra el mal o quedar a merced de los terroristas. No había otra formar de lucha, ni otra solución intermedia. Para ello no tuvo ningún reparo en atacar Irak con la suposición de hallar armas químicas en almacenes ocultos, y evitar cualquier otro posible acercamiento mediador al conflicto. Una década después, Irak prácticamente no existe y se ha proclamado el Estado Islámico. Evidentemente, no queremos incurrir nosotros en la falacia de la causa compleja, y el Estado Islámico es consecuencia de más cosas que de una decisión militar basada en un falso dilema. Pero de aquellas aguas, estos lodos, como suele decirse.
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