Y he aquí la gran falacia del lenguaje informal. La más universal, aquella que usan tanto los grandes retóricos en un congreso de diputados como los más humildes que no sepan escribir la o como un canuto, y que por supuesto, no tienen ni idea de estar cometiendo una falacia. La falacia ad hominem es la descalificación personal, graciosa, agresiva, hiriente o patética, que logra hacernos olvidar el argumento de nuestro adversario o nuestro propio argumento. Puede partir de un insulto al físico de nuestro oponente: "el coletas", para hablar despectivamente de Pablo Iglesias, "los perroflautas" como se mencionaban a los manifestantes del 15M, o el apelativo de "facha fascista" en cuanto sacamos una bandera española. Muchos de los que usan estos lindos apelativos apenas tienen una idea lejana de lo que pueden defender estos colectivos, pero indudablemente a partir de la apariencia y estereotipos ya formulamos juicios absolutos y apresurados. "Las políticas del Coleta nada bueno pueden traernos. Basta mirarles cómo van vestidos", pueden decir nuestros abuelos más rancios, sometidos a los viejos cánones y al cañoneo mediático. Juicios algo difíciles de erradicar de nuestros cerebros envejecidos o con escaso uso.
En realidad la apelación al insulto es algo tan inherente al ser humano que resultaría muy difícil no acabar una conversación algo caliente sin caer en este tipo de falacias, sobre todo cuando uno pierde los papeles. Incluso podríamos decir que el argumento ad hominem da viveza a nuestro discurso cuando se utiliza con sutilidad o en contextos desenfadados. Alfonso Guerra hacía temblar a sus adversarios porque el giro que daba a sus argumentos ad hominem llegaba a ser tan diestro que sus palabras más hirientes hacían que el auditorio se partiese de la risa. Pero la falacia ad hominem se hace insostenible cuando todos los argumentos que esgrimimos se sostienen solamente en el ataque personal. Y desgraciadamente, tenemos muchos ejemplos en nuestro entorno político y personal. Si tomamos a Jiménez Losantos la falacia ad hominem se conjuga con un halo de resentimiento y odio que provoca una fuerte animadversión hacia este periodista. A Pablo Iglesias le espeta en mitad de un argumento que "con esa pinta de nazareno, vas hecho un barrabás". A Iker Casillas lo llama "cáncer en el equipo"; "Rajoy fuma porros, si es más tonto, nace oveja"... La lista es larga.
Basta el ejemplo que presentamos abajo para observar cómo en el mismísimo Congreso de los diputados, los oradores acaban haciendo de su discurso un insulto hacia sus contrincantes políticos... y hacia nuestra inteligencia como ciudadanos.
Un artista del insulto: Jiménez Losantos |
Basta el ejemplo que presentamos abajo para observar cómo en el mismísimo Congreso de los diputados, los oradores acaban haciendo de su discurso un insulto hacia sus contrincantes políticos... y hacia nuestra inteligencia como ciudadanos.
Argumentos "ad hominem":
insultos del señor Pezzi, diputado por el PSOE en Málaga. Una de las intervenciones políticas más impresentables que hemos encontrado en Youtube. Este señor insulta a otro diputado y esgrime además la libertad de expresión como justificación al insulto. Cuando es contestado por la presidenta Celia Villalobos replica con otra falacia (el hombre de paja y tu quoque) que permite desviar la atención de la reprimenda, todo esto con mucha desfachatez y con un supuesto humor andaluz. Con semejantes políticos, es evidente que los grandes partidos tienen que purgar de sus filas a elementos de esta índole.
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