Me arriesgo a hacer un juicio político -como toda crítica política, estúpida, irrelevante y banal, porque no hay nada más fácil en este mundo que la crítica a la mala política y nada más difícil en el universo que hacer política-: jamás pensé que los últimos dos presidentes de gobierno tuviesen algo tan en común como su capacidad para no interferir en problemas y dejar que estos mueran por sí mismos. Este es un mundo en el que quien mueve ficha corre el riesgo de equivocarse y el error se paga con muchos más votos que los que da cualquier acierto. En definitiva, como decía antes, una crítica vacía y una reflexión completamente prescindible.
Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.
lunes, 28 de septiembre de 2020
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