En estos lugares es tan importante lo que se escribe en la pantalla como lo que queda sin ser escrito. El primer Wittgenstein decía que todo lo que no podía decir la ciencia solo podía ser mostrado. Pero cuando un escritor rompe esa barrera, "lo mostrado" solo cambia de lugar o de frontera, y empieza otra vez justo donde acaba la escritura.
Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.
martes, 16 de junio de 2020
viernes, 12 de junio de 2020
44
Día de lluvia en junio, atípico, luminoso y de olor a barro, y el sonido casual de una viola de gamba impregnando el color marrón de mi habitación. No hay mezcla más efectiva que esta para evocar nostalgia y melancolía en alguien con una viejísima historia que contar en su cabeza. ¿Necesitaría Milton, casi ciego entonces, este tipo de sensaciones para narrar e hilar sus pensamientos sobre el infierno y el paraíso?
jueves, 11 de junio de 2020
43
Hoy he tomado una decisión trascendental, quizás una de las más importantes en toda mi vida. He decidido quemar toda mi biblioteca, libro a libro y hoja a hoja, tirar todos mis viejos CDs a la basura, vaciar todo mi disco duro de inmundicias culturales, y por último, lo más doloroso de todo, destruir mis listas de reproducción en Spotify desde la música del siglo XIII hasta el trap, empezando por supuesto por el gran capullo que es Gary Glitter pero cuya música me acompaña en mis interminables sesiones de corrección. El virus inquisitorial me ha poseido, y he descubierto de repente, para mi gran pesar y asombro, que toda la cultura occidental está construida sobre los cimientos de esclavos y esclavas, en favor de una élite de patriarcas supremacistas, misóginos, racistas, fundamentalistas religiosos y burgueses opresores. Así, que como solución, destruyamos todo aquello que esté contaminado y censuremos de raiz todo lo que apeste moralmente hablando. Empiezo tirando a la basura las memorias de Churchill, asqueroso imperialista eurocéntrico, pero después desmigajo La Política del ladino Aristóteles (un bastardo esclavista) y quito de mi reproductor los Carmina Burana de Orff, música nazi al uso. Todo está contaminado por sutiles valores inmorales que solo nosotros hemos empezado a superar. ¡Así que empezaremos la historia desde cero! Reconstruyamos una Biblia o un poema de Gilgamesh con total pureza, y de ahí en adelante toda obra escrita o compuesta hasta alcanzar nuestros días. La tarea es inmensa y llena de gloria para los censores más aguerridos. Sí, toda la gloria para los censores, mientras lanzamos un "¡muera la cultura!" por la más justa de las causas. En fin. Pero, ¿de verdad que no se nos ocurre ninguna otra cosa más interesante para frenar el racismo que poner del revés toda nuestra historia y cuestionarla de la más absurda de las formas?
lunes, 8 de junio de 2020
42
El primer día de desconfinamiento social lo celebré con un buen desbarre en una terraza de la ciudad en compañía de Fidel, antiguo alumno que acaba de empezar la universidad. Teníamos muchas cosas que contarnos, después de un curso entero sin más contacto que emails, whatsapps o charlas telefónicas. El discurso nos llevó a hablar, sin querer, de una época que ya podemos hablar de ella casi históricamente, y que otra persona, Helí, dio por llamar "los felices noventa". Empezamos hablando de la música y los estudios culturales de la época. Pero va más allá. El periodo que recorre 1995 hasta 2008 es una década en la que merece la pena detenerse. Una política económica liberal pero expansiva, con la vista puesta en la globalización, un frívolo optimismo cultural postmoderno y un horizonte político post-comunista, que se prolongó incluso después de 11 de septiembre, forjaron una primera generación global, ingenua y confiada en el futuro. Creíamos que Internet sería la clave definitiva de la Ilustración global, que el pluralismo y el multiculturalismo serían la respuesta política para la inclusión de minorías desconocidas hasta el momento, y que el movimiento antiglobalización iría marcando la agenda de los países más poderosos del mundo. Supongo que Helí, el forjador de los "felices noventa", estará de acuerdo conmigo. Evidentemente, este es un punto de vista subjetivo. Solo puedo decir que fueron años felices para los jóvenes acomodados de entonces, un sesgo que no conviene olvidar cuando se habla de épocas pasadas supuestamente mejores que el presente.
domingo, 7 de junio de 2020
41
Leo los periódicos: las puertas de los tribunales empiezan a abrirse cuando las de los hospitales no están cerradas. Se abren responsabilidades jurídicas cuando la epidemia está lejos de quedar superada. El dolor no es buen compañero para la objetividad jurídica, y en mi opinión, es demasiado temprano para pedir responsabilidades de ese tipo. Todos buscamos chivos expiatorios sobre los que descargar la culpa y toda nuestra rabia; estamos a la búsqueda y captura de responsables de esta crisis. Y es que reconforta moralmente hablando encontrar al "malo" de la película. En nuestra mentalidad maniquea nos vemos en la necesidad de encontrar la luz y la oscuridad, como si la moralidad del coronavirus fuera una cosa tan sencilla de distinguir como optar entre Harry Potter o Lord Voldemort, o Luke Skywalker y el emperador oscuro (cuánto echo de menos la ambigüedad japonesa para nuestra cultura).
Pero los grises, el azar, la mala suerte, y con ella la inevitable ausencia de responsabilidades directas no nos gustan en ninguna tragedia ética, porque nos conduce (metafísicamente) al sinsentido de la existencia y (biológicamente) a reconocer nuestra debilidad intrínseca como especie. Cuando un individuo no puede controlar su propio destino queda exento de responsabilidades éticas. Uno no puede ser responsable ante lo desconocido. A toro pasado, es fácil encararse con las autoridades políticas. Le podemos recriminar de falta de previsión, exceso de confianza o sesgo de invulnerabilidad (como los españoles o los británicos) o de sacrificar vidas para intentar evitar un mal mayor (como ha pasado en muchos sistemas sanitarios del mundo). Los votantes tienen derecho a tomar la última palabra sobre la gestión de lo ocurrido, pero si vamos más allá, directamente nadie querrá ser político ante una crisis como la que estamos afrontando.
En definitiva, volviendo al tema puramente biológico, toca ahora hincar la rodilla y reconocer que efectivamente, somos el último mono en un mundo en el que las bacterias y los virus son los líderes de la Creación, prafraseando a Stephen J. Gould.
sábado, 6 de junio de 2020
40
Veo gente que enarbola banderas como si fuesen auténticas vacunas contra el COVID. Algo casi tan estúpido como los latigazos de los penitentes contra la peste negra en el siglo XIV.
viernes, 5 de junio de 2020
39
Si existe un momento histórico en el que Europa puede hacer valer su protección social frente a otros países como Estados Unidos, es este. Un país con pleno empleo no necesita grandes coberturas sociales, como fue el caso de Estados Unidos, aunque puede hacer una sociedad terriblemente desigual. Pero el coronavirus lo cambia todo. Una tasa de desempleo que ha llegado al 14% sin apenas cobertura social es un terrible riesgo. Si esa tasa de desempleo, además, se centra sobre población secularmente discriminada desde el mismo nacimiento del país, ese problema se hace crónico. Y si tienes un presidente abiertamente proclive a proclamas supremacistas, tienes la tormenta perfecta. Uno no se alegra de lo que sucede en Estados Unidos, pero sería conveniente sacar alguna lección de lo que está ocurriendo allí, para los días duros que puedan venir.
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