En la última noche me han visitado elucubraciones terribles e interesantes del futuro del estado. No es una cosa que suela ocurrir, pero mis pesadillas a veces son de carácter político. La crisis del 2008 fue una crisis del capitalismo y resuelta finalmente (para bien o para mal) bajo la lógica interna del capitalismo liberal. Pero la crisis del COVID es más peligrosa precisamente porque está fuera de las reglas del sistema económico. Es la primera de las muchas crisis postcapitalistas por venir, y a largo plazo puede ser tan profunda que el estado resultante del mismo no será ya el estado apagafuegos keynesiano, al final devorado siempre por el liberalismo que quiere salvar. El estado acabará tarde o temprano rompiendo las reglas básicas de la baraja capitalista (libre mercado y propiedad privada) y convirtiéndose en una auténtica bestia de poder de la que lo desconocemos todo.
Por si alguien ve aquí alguna veleidad comunista, que conste que todo esto lo digo sin ninguna alegría. Al fin y al cabo, soy un pobre individuo nacido en la postmodernidad frívola y el liberalismo económico. Pero esto no da más de sí. Al menos, eso es lo que me dicen las voces de la noche.
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