Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

sábado, 24 de septiembre de 2016

A CAZAR MARIPOSAS...

 
Ready to fly.
 
 Lo mejor para olvidar es irte a cazar mariposas en verano. ¡Y hay tanto para olvidar en materia política en los últimos meses! A nuestra preciosa mariposa Vanesa (y al GP) se nos atragantan las últimas decisiones de la ciudadanía de este país en los últimos meses (y podríamos hablar también de los extranjeros, como el brexit) y nos resulta inevitable no hacer una reflexión sobre lo que está pasando desde junio. Hace bastante tiempo que no hablamos de política; esto lo escribí en julio y ni me pareció interesante publicarlo entonces y tampoco me lo parece ahora. Algo que achaca el GP al cansancio particular sobre la materia, que puede ser también algún reflejo del hastío social más general hacia este ámbito. El desencanto aumenta día a día. Peligrosamente. 
   Hacemos balance: hará cinco años, cuando lo único que no se hundía en nuestra economía era la prima de riesgo y la crisis devoraba las vidas útiles y productivas de millones de personas, se levantó un clamor contra la corrupción. Parecía que al menos tanto del lado de la izquierda como de la derecha existía un deseo unánime de rechazar y excluir del juego político a los corruptos que en parte eran responsables de nuestra crisis. En 2016 ese deseo se ha esfumado o no ha conseguido los suficientes votos para provocar un auténtico cambio en nuestro país. Nuestra sociedad educada y correcta ha decidido que la corrupción es un peaje que tendremos que seguir pagando para firmar la estabilidad política. Ciertamente es la parte de la sociedad más envejecida, más susceptible al discurso del miedo y también la que está (en apariencia) más sólidamente asentada en términos económicos, pero resulta que España es un país de viejos, con una pirámide demográfica que no da pie a engaño alguno. Es la mayoría silenciosa que se quedó en casa en el 15M y que apodó con el nombre de perroflautas primero y podemitas después a todos aquellos que osaban desafiar el orden de las cosas. En definitiva, España es una gran alcaldía valenciana o una diputación orensana de cuarenta y seis millones de habitantes...  

    Lo siento, pero no somos capaces de entender que la corrupción no pague en este país. Porque es rentable ser corrupto -o tener entre tus filas multitud de corruptos que te aúpan en sus hombros con sus votos locales o autonómicos- si después no sufres el consiguiente batacazo electoral o si pasa el suficiente tiempo -años y años- para que tus crímenes acaben por prescribir. El resultado es que los partidos políticos tradicionales no sufren correctivo alguno y hacen como si no pasase absolutamente nada: unas cuantas declaraciones ante los medios de una mayor transparencia y se acabó. Y la conclusión básica es que la corrupción es aceptable, en la medida que permite a una mayoría relativamente amplia de la población (un tercio) el disfrutar de la ansiada estabilidad. 
    No se puede negar que el Partido Popular ha jugado bien sus cartas. En términos de lógica, ha usado bien lo que se conoce con el nombre de falso dilema y bola de nieve negra. Una excelente combinación de las dos y circunstancias imprevistas (como el terremoto del brexit) ha llevado a un resultado que aparentemente no se creían ni ellos. Por falso dilema se entiende a crear una disyuntiva excluyente en una decisión en la que pueden entrar más factores u opciones. En las elecciones pasadas, era votar el PP o votar a Podemos. Votar estabilidad o votar incertidumbre. No existía un tercer voto posible (a pesar de tener unas cuantas papeletas alternativas en las mesas electorales). Y el electorado se lo ha comido con patatas. La otra falacia, la bola de nieve negra, es más típica de políticos con elecciones sobre sus cabezas. Básicamente significa desarrollar una cascada de consecuencias improbables a raíz de una decisión tomada. Es apodada "negra", cuando esas consecuencias se tornan negativas.  Se ha repetido hasta la saciedad que si gobernaba Podemos acabaríamos como en Venezuela. Evidentemente, es bastante ingenuo suponer eso.  Aunque los bandazos de este partido y sus crecientes luchas internas no ayudan demasiado a despejar incógnitas, ni la constitución ni Unión Europea habrían permitido ese camino. Pero nuevamente, el electorado, ansioso de estabilidad, mordió el anzuelo. 


 Y así están las cosas. Un gobierno que con un tercio de los votos acabará gobernando legítimamente con la abstención de sus oponentes o con unas terceras elecciones en las que previsiblemente perderán fuelle todas las alternativas al poder. Pero no olvidemos que es un gobierno que sigue contando en su haber con numerosas causas con la justicia, tan numerosas como las arenas del desierto. Ante esta perspectiva, lo dicho. Los españoles empiezan a dedicarse a cazar mariposas más que a los asuntos políticos... 

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo contigo, a través del discurso del miedo se puede justificar casi cualquier cosa. Qué tiempos más terribles nos tocarán vivir, desde el punto de vista político, en los próximos años...

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