Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

jueves, 25 de septiembre de 2014

PARKINSON Y EDUCACIÓN


        La enfermedad de Parkinson es olvidada en la educación,  como en otras muchas esferas de la vida cotidiana. El contacto de los alumnos de la enseñanza obligatoria con la enfermedad es casual, reducido a un apéndice en asignaturas de ciencias naturales o biología, y dependiendo en buena medida del grado de implicación del profesor con la enfermedad. En una breve encuesta de cuatro preguntas breves a 40 alumnos que terminaban la secundaria e iniciando el bachillerato, los alumnos reconocían que apenas se había trabajado el tema a nivel de contenido curricular, concediendo más importancia a enfermedades degenerativas de origen genético. El grado de desconocimiento era además bastante amplio: En la pregunta por “cómo definiría usted la enfermedad del Parkinson”, la enfermedad queda reducida a temblores o movimientos involuntarios, al sistema locomotor, y está relacionada con la edad. A la pregunta de la relación entre la dopamina y la enfermedad, tan solo cuatro encuestados conocían esa sustancia, pero nadie acertaba en explicar la causa de la enfermedad. Por último, se planteaba en el cuestionario si el Parkinson creaba problemas o daños cerebrales, de tal forma que las capacidades cognitivas quedasen afectadas, y doce encuestados defendían que efectivamente existía esa relación. 

Las conclusiones son poco satisfactorias: el Parkinson sigue siendo un gran desconocido para el campo de la enseñanza, y no es fácil solucionarlo. En primer lugar, existe cierto desinterés por las autoridades educativas en tratar este tipo de enfermedades, pero sobre todo por el hecho que existen otros problemas vinculados con la salud que afectan mucho más directamente a la población adolescente o infantil: educación nutricional y hábitos de higiene en los pequeños, o anorexia, bulimia, la drogodependencia o el alcoholismo en los adolescentes. El Parkinson es una enfermedad de adultos, de la que los jóvenes viven completamente separados. Pero, como sostuvo una neurocientífica como Susan Greenfield recientemente, el problema de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson va más allá del número creciente de aquejados de esta enfermedad; se transmite a sus cuidadores y sus familias y se convierte en un problema social y una cuestión laboral en el que los jóvenes deberán implicarse y formarse.

El Parkinson en el currículo educativo y la educación tradicional.

¿Cómo se puede solucionar este desconocimiento de la enfermedad? Una primera solución partiría de integrarlo en los contenidos curriculares educativos: es decir, que el Parkinson se diera en clase como un contenido más. Desde esta perspectiva, quedarían definidas dos posibilidades: una que permitiese introducir esta enfermedad en los contenidos curriculares de las asignaturas, especialmente en educación secundaria y bachillerato, y otra línea de contacto que parta de contenidos transversales en asignaturas que necesariamente no tienen que ver con la rama de biología o ciencias de la salud.

Sobre la primera línea, actualmente estos contenidos quedan limitados especialmente en tercero de la ESO y primero de bachillerato (en la rama de ciencias), donde el Parkinson se abordaría dentro de la asignatura de biología. En estos dos cursos, el currículo queda relativamente orientado hacia aspectos de ciencias de la salud, como el estudio del sistema nervioso, pero quedan dejados de lado en otros cursos y niveles. Sin embargo y dado la amplitud del temario, el Parkinson queda limitado a ser citado como una enfermedad más en el sistema nervioso, dentro de otras muchas, y sin más explicaciones.

Desde otra perspectiva, la enfermedad de Parkinson (como un problema social, y no una mera cuestión biológica) sería susceptible de ser tratada en toda el área de Ciudadanía y la competencia de valores cívicos. Dentro de esta área, el Parkinson puede ser tratado desde una tutoría de secundaria, hasta una clase de Ciudadanía o valores. Desafortunadamente la nueva ley educativa (LOMCE) modifica la carga lectiva de esta competencia, de tal forma que aún no conocemos a ciencia cierta cómo funcionará la enseñanza de esta competencia cuando entre en vigor en su totalidad la nueva ley.

El Parkinson como un contenido transversal bajo una nueva orientación educativa.

Sin embargo, más que como un contenido curricular cerrado en el marco de una asignatura concreta, el contacto del mundo educativo con la dura realidad de esta enfermedad debería ser no tanto como un mero contenido memorístico –tal vez necesario en cursos avanzados de secundaria o de bachillerato, pero escasamente relevante en otros contextos- sino como una experiencia basada en un contacto más cercano con dicha enfermedad. Si el lema que poco a poco se va imponiendo en nuestro viejo y encorsetado sistema educativo es “aprender haciendo cosas”, se hará necesario romper el aula y los libros de texto y llevar la enfermedad a los alumnos, hacerla visible. Bajo esta perspectiva, nuevas actividades se hacen imprescindibles, como pueden ser:

a)      La visita de centros donde se trabaja el Parkinson, desde una perspectiva profesional y desde el área de las ciencias de la salud.

b)      el contacto directo del alumno con experiencias y vivencias de los afectados por esta enfermedad.

            Evidentemente, esto último a veces no es fácil, ni para los estudiantes ni para los propios enfermos, pero se hace mucho más impactante que un mero estudio teórico y aséptico en un libro de texto sobre la enfermedad. Mi experiencia personal en este campo me dice que un encuentro de este tipo es mucho más importante para el alumno que una simple conferencia sobre el tema o muchas horas teóricas de clase sobre la enfermedad. De hecho, el proceso es inverso: después de una experiencia vital, lo más normal es que los alumnos desarrollen una mayor curiosidad teórica sobre las características de la enfermedad, sus síntomas y sus consecuencias.



Mirando hacia adelante: el Parkinson en la educación como PBL

Una vez realizada esta toma de contacto, se abren nuevos campos en la educación que en su mayor parte todavía permanecen inexplorados. Existen nuevos recursos educativos que podrían facilitar una mayor implicación y una mejor comprensión en el problema, y que van más allá del uso de las TICS (tecnologías de la información), la visita a un centro o una clase lectiva tradicional. En este sentido, el desarrollo de un PBL podría ser un buen comienzo. Un PBL  son las siglas en inglés de  Problem Based Learning (lo que se conoce como aprendizaje basado en problemas), que se empezó a utilizar en las facultades de medicina e ingeniería anglosajonas precisamente para desplazar un conocimiento demasiado teórico, anticuado y alejado de la realidad.

Todo PBL funciona con un problema concreto y que necesita una solución. Un PBL aplicado al Parkinson podría empezar por una cuestión tan simple y concreta como: “¿Cómo podríamos organizar adecuadamente una casa o un lugar de trabajo para un afectado por el Parkinson?”, que empezaría por acercar al alumno a la realidad cotidiana de la enfermedad, y que acabaría desembocando en soluciones ofrecidas desde la terapia ocupacional; o “¿Qué criterios podríamos facilitar a un familiar que tiene que convivir en su casa con el Parkinson?”, orientados en este caso hacia el campo de psicología clínica, pero que evidentemente comienza desde una educación en valores. La resolución de estos problemas no implica solo un acercamiento teórico a la enfermedad del Parkinson, sino ponerse en la piel de estos enfermos, lo que significa un aprendizaje mucho más profundo del problema, y también más vital. Esto para la mayoría de los profesores es todavía el futuro, el reto que tenemos delante de nosotros, y nuestra particular contribución desde la educación hacia este problema sanitario y social, desgraciadamente todavía desconocido entre nuestros estudiantes.


domingo, 14 de septiembre de 2014

ESCOCIA Y CATALUÑA: EL MAYOR FRACASO DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES

    En estos días se está gastando mucha tinta y neuronas en los nacionalismos periféricos. Por primera vez en su historia como naciones, países como Gran Bretaña o España se ven al borde de la ruptura. Los mercados se contagian del nerviosismo y la libra se resfría. La nación escocesa se ha vuelto loca, asegura el Times. Y lo mismo podríamos decir de las declaraciones más cercanas de nuestro propio país. Nuevamente, hay más de ilusión y expectativas que racionalidad y un frío cálculo de consecuencias  para explicar el ascenso imparable del nacionalismo escocés o catalán. Pero la psicología de masas es así, y el homo economicus pierde la partida cuando es incapaz de mover el alma. 
    Pero, ¿hay algo en común entre estas dos situaciones Escocia y Cataluña? Podemos citar muchas cosas entre estos dos hermanos rebeldes de viejas naciones, pero quizás hay una que en estos días destaca por encima de otras: el nacionalismo radical de estos lugares y su falta de oposición es quizás el mayor fracaso de los partidos tories o de derecha de estos dos países. 
     Los partidos de derecha del gobierno central (PP o los tories) decidieron, desde los años setenta, abandonar tanto Cataluña como Escocia a la suerte electoral de partidos progresistas y nacionalistas. En España, se limitaron a hacer concesiones a los partidos nacionalistas de centro desde los años noventa para mantenerse en el poder. En Gran Bretaña, el partido tory ni llegó a eso y ha sido eliminado como poder político en Escocia. 
   Mientras el laborismo y el socialismo se mantuvieron como alternativas creíbles, los partidos nacionalistas se mantuvieron contenidos. Pero ha sido el fracaso de estos o incluso el alineamiento con el frente nacionalista (desde el estallido de la crisis y antes) lo que ha lanzado a muchos descontentos a los partidos nacionalistas de izquierda. No se trata por tanto solo de identidad, sino también de revolución social, de una vaga idea de que detrás de la secesión existirá una regeneración social y un mundo más justo.  De ahí la fuerza social de este nuevo nacionalismo, que logra aglutinar en torno a él todo el malestar de la izquierda y logra introducir ilusión en el panorama político. Los partidos unionistas apelan al angustiante sentimiento de incertidumbre tras la secesión para evitar la ruptura y detrás del mismo se deslumbra ese "sentido común" de dejar las cosas como están y no lanzarse a locas aventuras; los independistas a la posibilidad de crear algo nuevo, demonizando por supuesto, todo lo que podía significar España o Inglaterra. Lo viejo desilusiona, especialmente a los jóvenes para los que la palabra "dictadura" o "imperio" ha desaparecido de su memoria vital y solo aparece en los libros de historia.
    Quizás los nacionalistas se empeñan en intentar ver unicornios en la línea del horizonte, y se les critique por ello. El caso Pujol en Cataluña, podría actuar de revulsivo para aquellos que piensan que la mera independencia mejoraría la calidad moral de las instituciones y los gobernantes. Pero, sería deseable que aquellos que ostentan el seny, o the common sense, pensansen en quienes han sido los responsables en el largo plazo de esta situación. En cualquier caso, ya es demasiado tarde, y solo queda esperar a lo que dicten los acontecimientos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

CÁCERES

Cáceres debe ser de esas ciudades en las que cuando se ven a los universitarios por la calle, en lugar de hacerla algo más cosmopolita, la hacen más garrula y provinciana que nunca. Es lo que hay.

lunes, 1 de septiembre de 2014

POPULAR PIETY: THE LAST RELIGIOUS STRONGHOLD.


       Every summer the same event takes place again. We are in Piornal (Cáceres) but it could be any other little village from rural Spain that still remains inhabited. Village churches, usually empty during the whole year, are crowed by people of all ages, from little children to old grandparents. Assistants are wearing their best clothes and are prepared to enter in the holy place in joy. Silence is kept inside, especially during the offering and the chants. Some young women are dressed in the traditional way, showing long baroque skirts and mantillas and playing popular songs. People then cheer up the local saint, proclaim their loyalty with oaths and promises and at the end of the mass, clap the flowered statue of that saint and start a procession throughout the main streets of the village. Fireworks, traditional music and singing bells follow the religious ceremony. If we asked the people who shared this ceremony, we would find out that not too many of them go to the church in the whole year. Why this religious boom, then? 
 
  Popular piety is something that nerves the clerical stage, but they recognize  that catholic faith wouldn’t survive without this kind of piety. In fact, people have given up thinking religion as a way to save their souls or get a moral guide in life. Many people don’t care too much about life after death or ethical precepts. What it bothers them is the current and earthy life, and the achievement of their own goals. In the case of these summer local celebrations, the preservation of their own identity. Many of them are emigrants who arrived every summer to the village where their childhood lie, and with these events they return to their own roots. Religious acts give to these personal feelings the power to keep attached to their origins. They make their identity holy, sacred, perdurable along the time. They won’t pronounce themselves on body resurrection or deep religious matters, but they will strongly believe in Saint Roque or Saint Sebastian, or the Virgin of the Lake, the Mountain or the River. And they will praise the miraculous fact that thanks to their celebrations, they are together year after year in the very same place.
      According to all this, Christian religion becomes itself in some kind of civic religion, similar to what occurred once in Rome or Greece. The roots of these celebrations, in fact, are a mixture of two different influences. On one hand, local saints’ devotion was developed long time ago in all Western Europe, but specially in Italy in the medieval city states, as a way to preserve their identity from the Papacy or the German Empire. On the other hand, the time of all these celebrations is according to the yearly agricultural calendar. Midsummer is the moment when all cereals and vegetables are finally cropped, and a moment of pause before the grape harvest. It’s time for offerings and thanksgiving. Remote pagan festivals were celebrated then, and Christianity just picked them up and added to their own celebrations.
 Are these good news for Catholics and officials religions? It’s hard to answer. The good thing is that, with no doubt, these local festivities are as strong as they have always been, or even more. Identity processes are stronger than ever because people are always looking for their own roots in the age of globalization. They don’t depend on religious crisis or whatever it can happen to mother church. The bad thing is precisely the same fact. We don’t have to mistake these beliefs with what the proper religion is. Christian faith is being relegated to the sacred moments of our life (birth, marriage and death) and social rituals. So it’s increasingly losing all its deepest meaning: something that wouldn’t be taken as casual or briefing.     

 Offering "el ramo" to the local patron, Saint Roque. This celebration was originally based on the end of the harvest, specially in Castille. Nowadays cherries have sustituted wheat as the main crop in this area of Cáceres, but the purpose is still the same.