Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

viernes, 26 de noviembre de 2010

NO HAY CULPAS EN EL CAPITALISMO.


     Escuché atónito hace unos días la descripción que ofrecía el telediario sobre los ataques hacia la deuda española desde los parqués bursátiles del mundo: 
     "Existe un ataque directo e intencionado contra España y su economía?
     "No. Los gestores de fondos de inversión tan solo buscan los mercados con mayores tasas de beneficio y presionan para que dichos beneficios puedan ser más altos. Buscan emisiones de deuda con altas tasas de interés. Los ataques no son intencionados. 
         Conclusión: qué mala suerte tenemos los españoles y qué ajustes más duros tenemos que hacer para satisfacer la confianza de los inversores. Pero podemos también alcanzar otra conclusión: el sistema económico está dejando de funcionar. El ánimo de lucro de unos cuantos no está generando riqueza general, sino el empobrecimiento de todos los demás. Pero parece ser que nadie quiere tomar en serio esto. Demasiados problemas tenemos ya como para querer cambiar el sistema entero, dirán. Un tío inteligente del que no recuerdo su nombre lo expresó a la perfección: "los hombres somos tan poco imaginativos y críticos, que vemos más fácil que un meteorito se estrelle contra la tierra a que el sistema económico llegue a quebrar".  

lunes, 15 de noviembre de 2010

LA SOCIEDAD CIVIL AMORDAZADA

          En más de un lugar he escuchado desaforadas críticas contra la visita del Papa y el correspondiente gasto monetario que ha supuesto. En las mismas clases escuché reacciones distintas: estábamos estudiando de pasada La Ciudad de Dios de San Agustín y el tema salió con prontitud. La Iglesia sigue recibiendo dinero del estado, a pesar de la aconfesionalidad proclamada por la constitución. La iglesia católica es solo una muestra: los sindicatos engordan sus arcas con dinero del estado. La patronal también pone la mano. Los partidos políticos no podían ser menos. Y tras esto, infinidad de asociaciones culturales de distintas especies e ideologías dependen de la sopa boba estatal. Curiosamente, muchos de estos subvencionados son críticos con otros colegas suyos a los que consideran ideológicamente equivocados, inútiles y un gasto superfluo para la sociedad.
         La primera crítica que podríamos hacer a esto es por qué narices los grupos más fuertes dentro de la sociedad civil son las que reciben más subvenciones estatales. En clase respondían a que esta proporción era completamente justa: quien más adeptos tiene, más consigue de la tarta. Pero está claro que son aquellos grupos minoritarios los que están amenazados. Esto lo tienen bastante claro los anglosajones del multiculturalismo. Son las minorías las que en todo caso podrían contar con un apoyo del estado que en el resto de los casos, debería mantenerse neutral o no intervencionista.
        La segunda crítica, y la más importante, es hasta qué punto el estado no destruye la propia lógica de la sociedad civil, independiente, libre y emanadora de razón emancipadora según el bueno de Habermas. Sí, el oneroso gasto que hace el estado se compensa con una sociedad civil atemperada y bien calladita en aquellos asuntos molestos para el gobierno de turno. Hemos contemplado esa dinámica durante bastante tiempo con los sindicatos, y si los críticos tienen razón, la propia iglesia arreció sus ataques contra el estado en cuanto conseguió un buen convenio de financiación. Poderoso caballero es don Dinero, al menos para los asuntos terrenales. También en este caso lo tienen claro los anglosajones: la sociedad civil debe financiarse en su mayor parte desde ella misma, si quiere mantenerse viva. En Estados Unidos hay fuentes de financiación para innumerables proyectos o iniciativas culturales o sociales, desde páginas web alternativas hasta las clásicas fundaciones. Parece que en España, fuera del estado, solo está el desierto.
        Naturalmente, los americanos tienen sus propios problemas (la financiación privada de los partidos políticos es el flanco más débil de su sociedad civil), pero a mí me interesan los nuestros, que bastante graves son. Digo yo.

domingo, 7 de noviembre de 2010

ECUACIÓN DE LA CRISIS:

0 = L

Ahora que la Real Academia anda a la busca y captura de fantasmas lingüísticos y quiere desterrar de nuestro abecedario la "y griega" y convertirla en una patriótica "ye", convendría recordar la importancia de la letra "L" (ele) para nuestro día a día económico, que es el que finalmente importa. Todo economista en tiempos de crisis sueña con la letra "V". Y no porque nos traiga a la memoria el gesto de  Churchill en plena guerra contra los alemanes, sino porque la V viene a significar en economía la vuelta al crecimiento tras las vacas flacas. Pero no parece que nuestro país tenga todavía la suerte de expresar esa letra en sus diarios económicos. El último dato macroeconómico sobre el crecimiento del PIB del último trimestre no deja dudas: cero. Y esto viene a significar que la L desplaza a la V como hipótesis de futuro en nuestra difícil coyuntura. El símil es sencillo: tras una fuerte caída, la economía se estanca durante un tiempo muy prolongado, sin visos de grandes cambios a medio plazo. Es decir, todas las variables macroeconómicas acaban dibujando la letra L en las gráficas económicas.
"Países L" en la última década han sido Japón, Portugal o Italia. Japón, como gran potencia estancada, Portugal e Italia, como vecinos nuestros a los que peligrosamente podemos acompañar en el furgón de cola del crecimiento europeo. Naturalmente, el dato que hace dar escalofríos en este anodino panorama es nuestra tasa de desempleo: más del doble que la de nuestros "países L" más cercanos. Estábamos engañados: la crisis no estalló en el 2008. La auténtica crisis comienza ahora.