Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

viernes, 26 de junio de 2015

DE GARZÓN A ZAPATA: LA CULTURA DE LA SOSPECHA LO DERRIBA TODO


El señor Zapata no se dio cuenta que las redes sociales no son privadas, y que
nos podemos arrepentir de mucho de lo que podamos escribir en ellas. Un fallo
de adolescente ingenuo en un mundo de fieras... 
     La sospecha derriba cualquier muro. Nadie está a salvo y todo el mundo lo sabe, aunque algunos, empezando por el presidente, prefieran ignorarlo. Son tiempos bárbaros, en los que cualquier imagen pública se somete al desgaste inmediato y se convierte en una vieja estatua atacada por el mal de la piedra, corroída, cortada, desfigurada. La desconfianza extrema y la sospecha convierten cualquier persona pública del campo de la política, en posible candidato para ser machacado. La única consigna que existía dentro del establishment conservador o la casta dominante es que como ni el idealismo ni el altruísmo existen, siempre tiene que haber un interés oculto o un elemento turbio que explique la aparente bondad de un individuo. Las ideologías son así meras tapaderas de intereses, las palabras y los slogans, sus disfraces. Si Marx, Nietzsche o Freud levantaran la cabeza quedarían escandalizados de hasta dónde se ha llegado desde que ellos empezaran a sospechar de la figura de Dios. Ahora el Dios inmaterial molesta poco, y sí importa mucho los dioses mundanos de las cámaras y los medios de comunicación. Y si a eso le añadimos que el escándalo es negocio y que la corrupción pública de uno ennoblece la ignorancia que tenemos sobre otro, tenemos buitres asegurados buscando carnaza en la corrupción. 
      Pero esto es ley de democracia, transparencia. Necesaria, pero más destructora que los movimientos de capital, más incisiva que ningún atentado terrorista. La transparencia aniquila la esperanza y condena al ser humano a una visión hobbesiana del homo homini lupis. ¿Por qué? Se podrán preguntar. ¿Es que no podemos seguir creyendo que gracias a la transparencia la democracia se podrá regenerar? ¿Es que no se puede convertir en la única ideología inmaculada digna de adoración y libre de pecado? No, porque la propia transparencia hasta ahora ha jugado sucio o ha estado controlada por manos equivocadas. La gran aspiración de nuestros políticos era jugar con la transparencia para derribar a sus adversarios. La transparencia es un medio para nuestros fines, pero no el fin en sí mismo de nuestro programa político, la aspiración a una menor corrupción. Nuestra dramática historia autonómica reciente en Valencia o Andalucía ilustra bien estos casos, en los que PP y PSOE lanzaban ataques contra la corrupción del oponente sin tener capacidad de regenerarse a ellos mismos. El otro caso hiriente en nuestra historia política reciente, el acoso  y derribo del juez Garzón hace unos años basándose en acusaciones malintencionadas también nos dice bastante del poder maligno de
Otra imagen pública vapuleada por la transparencia opaca:
 el juez Garzón.
la
glasnost, fantástica palabra rusa.
    El peso de la transparencia no es igual para todos. Indudablemente, desde un aspecto ideológico, aquel que tiene su discurso basado en la lucha social y contra la corrupción se convertirá en blanco fácil, incluso cuando su reputación sea más inmaculada que la de los demás. Para muchos votantes de cualquier signo político, es más fácil digerir salvajes casos de corrupción del PP que las migajas que han podido arañar los casos de Podemos o Ciudadanos. Tengan mucho cuidado las flamantes Ada Colau y Carmena: la sospecha andará al acecho y en nombre de la transparencia democrática, le podrán jugar malas pasadas. Ya en cuestión de días, se han cobrado su primera víctima: el edil de cultura de Madrid, Guillermo Zapata, por unos tuits realizados hace cuatro años y sacados de su contexto, pero que evidentemente, son carnaza para la acusación pública. Este personaje ha cometido ingenuos errores de adolescente en el uso de nuevas tecnologías que le han pasado factura y la fulgurante eliminación del área política. A partir de ese momento, la reacción fue inmediata: los nuevos grupos políticos han limpiado sus redes sociales de cualquier turbiedad, cualquier sensibilidad herida o cualquier posible acusación política, conscientes de que estas redes van a ser analizadas tuit a tuit, foto a foto, por sus adversarios y detractores políticos.

       Y para concluir, ¿podemos encontrar algún remedio para esto? Reconozco que no siempre el que escribe lo tuvo claro.  Cuando escribí esta entrada por primera vez, hace más de un año, me invadía la ceniza sensación de que nada podía cambiar y su tono de entonces me resultaba para el día de hoy completamente derrotista e inaceptable, por lo que tuve que cambiar el final. Porque ahora queremos concebir una ligera esperanza de que este orden de cosas ha empezado a cambiar ya. 
       La corrupción tiene dos formas de destruirse: por su denuncia, a través de los partidos y fuerzas en la oposición, o cortándola de raíz, promoviendo una cultura política nueva. Hasta este momento, la única forma de combatirla ha sido a través de la primera forma, su denuncia, pero en la forma degenerada de esta cultura de la sospecha. De esta forma, la transparencia malintencionada no basta si no cambiamos nuestro comportamiento, si solo vemos la corrupción como forma de sacar réditos electorales y hacer la vista gorda sobre nuestras propias faltas. 
     Para aquellos que piensen que el ser humano por naturaleza será corrupto y que todos los partidos políticos son iguales, conviene recordar que otros países de nuestro entorno son mucho menos corruptos, e igualmente, hay otros que lo son mucho más. Las cosas nunca son para siempre, aunque así lo puedan creer los pesimistas en esta materia, y pueden variar para bien o para mal. Es por ello que tenemos que empezar a trabajar con la segunda opción. Es cuestión de educación pública, de control político y de independencia de las autoridades jurídicas.  El primer paso ha empezado ya: desalojar del poder político a aquellos que lo habían convertido en patrimonio personal. Esta es la primera herencia tangible de los manifestantes del 15M hace ya cuatro años. Solo por esto, bienvenido sea el cambio político, venga de donde venga, porque la regeneración de nuestra cultura política empieza ahí.  


martes, 23 de junio de 2015

FALACIAS EN LA CRISIS: ARGUMENTOS AD HOMINEM

      Y he aquí la gran falacia del lenguaje informal. La más universal, aquella que usan tanto los grandes retóricos en un congreso de diputados como los más humildes que no sepan escribir la o como un canuto, y que por supuesto, no tienen ni idea de estar cometiendo una falacia. La falacia ad hominem es la descalificación personal, graciosa, agresiva, hiriente o patética, que logra hacernos olvidar el argumento de nuestro adversario o nuestro propio argumento. Puede partir de un insulto al físico de nuestro oponente: "el coletas", para hablar despectivamente de Pablo Iglesias, "los perroflautas" como se mencionaban a los manifestantes del 15M, o el apelativo de "facha fascista" en cuanto sacamos una bandera española. Muchos de los que usan estos lindos apelativos apenas tienen una idea lejana de lo que pueden defender estos colectivos, pero indudablemente a partir de la apariencia y estereotipos ya formulamos juicios absolutos y apresurados. "Las políticas del Coleta nada bueno pueden traernos. Basta mirarles cómo van vestidos", pueden decir nuestros abuelos más rancios, sometidos a los viejos cánones y al cañoneo mediático. Juicios algo difíciles de erradicar de nuestros cerebros envejecidos o con escaso uso. 

Un artista del insulto: Jiménez Losantos
     En realidad la apelación al insulto es algo tan inherente al ser humano que resultaría muy difícil no acabar una conversación algo caliente sin caer en este tipo de falacias, sobre todo cuando uno pierde los papeles. Incluso podríamos decir que el argumento ad hominem da viveza a nuestro discurso cuando se utiliza con sutilidad o en contextos desenfadados. Alfonso Guerra hacía temblar a sus adversarios porque el giro que daba a sus argumentos ad hominem llegaba a ser tan diestro que sus palabras más hirientes hacían que el auditorio se partiese de la risa. Pero la falacia ad hominem se hace insostenible cuando todos los argumentos que esgrimimos se sostienen solamente en el ataque personal. Y desgraciadamente, tenemos muchos ejemplos en nuestro entorno político y personal. Si tomamos a Jiménez Losantos la falacia ad hominem se conjuga con un halo de resentimiento y odio que provoca una fuerte animadversión hacia este periodista. A Pablo Iglesias le espeta en mitad de un argumento que "con esa pinta de nazareno, vas hecho un barrabás". A Iker Casillas lo llama "cáncer en el equipo"; "Rajoy fuma porros, si es más tonto, nace oveja"... La lista es larga.



    Basta el ejemplo que presentamos abajo para observar cómo en el mismísimo Congreso de los diputados, los oradores acaban haciendo de su discurso un insulto hacia sus contrincantes políticos... y hacia nuestra inteligencia como ciudadanos.


Argumentos "ad hominem": 
insultos del señor Pezzi, diputado por el PSOE en Málaga. Una de las intervenciones políticas más impresentables que hemos encontrado en Youtube. Este señor insulta a otro diputado y esgrime además la libertad de expresión como justificación al insulto. Cuando es contestado por la presidenta Celia Villalobos replica con otra falacia (el hombre de paja y tu quoque) que permite desviar la atención de la reprimenda, todo esto con mucha desfachatez y con un supuesto humor andaluz. Con semejantes políticos, es evidente que los grandes partidos tienen que purgar de sus filas a elementos de esta índole. 

viernes, 12 de junio de 2015

FALACIAS EN LA CRISIS: ARGUMENTOS AD POPULUM (SENTIMIENTOS)


     En este histriónico discurso, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro da muestras de un excesivo abuso de falacias informales. Argumentos ad hominem (ataques personales a Rajoy y a los españoles), argumentos ad populum (apelación a sentimientos nacionales), e incluso un argumento ad verecundiam (argumento de autoridad apelando al gran maestro Hugo Chávez al final). Todo un despliegue de retórica bastante poco sutil que hace sonreír a más de uno.


    Basta mirar este vídeo sin desperdicio para entender bien la falacia ad populum. Este tipo de falacias apelan a los sentimientos personales del público (odios, rencillas y amores) como defensa de un argumento propio o ataque hacia el adversario sin realmente hacer hincapié en sus argumentos. Esta es una herramienta típica en los políticos populistas americanos. Maduro es quizás su cara menos sofisticada y la más desesperada, uniendo el insulto con constantes apelaciones patrióticas hacia el pueblo venezolano. Al final del vídeo no sabemos qué narices le hemos hecho a la libertad de los venezolanos y ni mucho menos, se aporta algo del complot urdido arteramente desde Madrid y Washington, pero indudablemente, acabamos sabiendo quién es Simón Bolívar y la gloriosa independencia del pueblo venezolano y lo perversos que hemos sido los españoles en nuestra historia. 

    Como decimos, el discurso de Maduro suena más bien a pataleta mayúscula de quien se sabe atacado y acorralado. Sin embargo, ha habido auténticos expertos en la historia que han sabido manipular los sentimientos de la gente en su propio beneficio. Por poner un ejemplo un poco más alejado de nosotros que el régimen bolivariano, y por supuesto mucho más refinado: ¿Qué argentino podrá olvidar en su historia a Evita Perón, auténtica prestigiadora del populismo latinoamericano?  Tan solo con rastrear un minuto por internet algunas de sus frases para darse cuenta de cómo lograba camelarse al argentino medio:

        


    Y lo más llamativo del caso es que no hablamos de imágenes colgadas hace años. Evita Perón está todavía sorprendentemente en el corazón de muchos argentinos y Cristina Kichner sigue haciendo referencias a la heroína más grande y conocida que nos ha dado Argentina. En otra de las citas referidas a Perón, la mismísima Margaret Thatcher envidiaba a Evita, cuando decía que "Si Eva Perón ha llegado tan lejos, sin tener ideales, ¿a qué podré llegar yo, que sí los tengo?". Indudablemente, el pueblo inglés no se deja llevar tanto por los sentimientos como los lacrimógenos latinos, pero la Thatcher supo apelar al sentimiento del viejo imperio inglés para su guerra de las Malvinas, precisamente contra los argentinos, allá por 1981. 

    De todas formas, nosotros no somos inmunes a ese tipo de apelaciones sentimentales, y tenemos buenas representaciones del mismo en nuestra propia historia. ¿Acaso nos hemos olvidado de esas grandes manifestaciones poco antes de la muerte de Franco, en la que la gran patria española rechazaba con orgullo toda sanción de la ONU o de la comunidad europea? Antes morir solos que bajo las correas de las naciones unidas, manipuladas sin duda alguna por una conjura judeomasónica, tan al uso por el franquismo más anacrónico y decadente (estábamos ya en octubre de 1975). El discurso no tiene desperdicio alguno y merece no olvidarlo de la historia de España: 


  Naturalmente, el "Arriba España" no puede faltar, como está bien mandado en los cánones de las falacias ad populum. Conviene no olvidar estas escenas de exaltación patriótica, gritos y lágrimas abundantes, cuando el ascenso del populismo ligero y suave de Podemos y demás actores políticos de la crisis usa más sofisticadamente todos estos argumentos, sustituyendo por supuesto el fascismo por la crisis y la lucha social, pero sin dejar de llamar continuamente al pueblo. A lo mejor resulta que Pablo Iglesias es seguidor no de Marx ni de la socialdemocracia, sino que es el fan número uno de Evita Perón. A lo que alguien podría comentar que cualquier medio es adecuado (como usar estas falacias), si el fin lo merece. 

miércoles, 3 de junio de 2015

SHOUTS AGAINST THE HYMN: FREEDOM OF SPEECH?

Once again, we could observe the same event: King’s Cup final match. Barcelona and Bibao were the finalists in the competition. I was listening to the match on the radio and suddenly a disturbing noise rise on the radio during almost a minute, interrupted by the locutor’s voice advising that it was the hymn what we were supposed to hear at that moment.  Whistles, insults and shouts. Most of us took it for granted before it happened, as something that we have been used to after seeing it so many times before.
There weren’t any surprises in the following days. The conservative party immediately condemned the behavior, without any hesitation, and declaring how offensive and rude the whistles and shouts sounded for the rest of Spain. New Left parties –like Podemos- were talking of it as an expression of freedom of speech. Meanwhile, the cunning smile of Artur Mas –defender of the independency of Catalonia- showed clearly how complacent he felt in that precise moment. 
And here we come to the philosophical point of the football match. Were the shouts against the Spanish hymn some kind of freedom of speech or an offensive behavior that could be legally punished? After thinking a little bit, and try some kind of empathy in both sides, the question is extremely difficult to answer.
No doubt, the shouts against the hymn are offensive for a very important part of the Spanish population. They are completely right when they complaint that if the two football teams don’t agree with the competition rules, they are not forced to play it, and they would enjoy playing some kind of competition in their own region.  And they are right too when they criticized the fact that independents take advantage of every occasion to show their opposition against the Spanish symbols, like the flag, or in this case, the king and the hymn. And, worse of all, I’ve got the bad feeling that the same answer from the Spanish government should be adopted by the Catalonian independents, if someone try to whistle and insult any Catalonian symbol. Nationalism –no matter if it is Spanish or Catalonian- doesn’t get on well with liberal gestures. 
So, we could accept that the use of freedom of speech was not the proper one. However, the fact that some behavior  is politically wrong, doesn’t mean that it has to be banned or legally punished. Freedom of speech should be a golden rule, and any restriction should come not from anyone external to an action, but from the very same person who is performing that behavior. In other words, the own spectators in the football match should be the first to show some kind of respect to the hymn. However, If they don’t, no one can restrict them their freedom to express their repulse against the hymn and the Spanish symbols.

And finally, there is one last argument that counts in favour of nationalism in spite of all the offences against the Spanish feelings. We will complain about their lack of respect to the Spanish culture, and maybe we are right. However we don’t have to miss the point that the Catalonian problem is still in the air. The Spanish government has refused to give a political solution to the independents, like Mr. Cameron has done it in Scotland, or Canada to the Quebec in the 90s. So, as we use to say, the ball is in the court ot the Spanish government. In fact, it has always been there. Meanwhile, the Catalonian society, led by their stubborn nationalist politicians, will take advantage of every event  to declare war against Spain. And that, too, is not surprising.  


martes, 2 de junio de 2015

TUTORIAL ELEMENTAL DE LÓGICA CLÁSICA



He aquí un pequeño tutorial sobre los primeros pasos que demos dar en el mundo de la lógica formal. Ignoro si los alumnos tienen la devoción que tengo yo por este mundo, del que soy auténtico ignorante, por otro lado...