Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

GRANDES AGNÓSTICOS DE LA HISTORIA: DARWIN


Una confrontación viciosa que encontramos a menudo en el diálogo entre religión y cultura lo suelen constituir las personalidades ganadas para la causa santa de la religión o del ateísmo (tanto da). Quién no se ha encontrado alguna vez en los periódicos intentos de desmitificar una figura religiosa, haciendo hincapié en sus contradicciones con el credo que decía promulgar. O, por el contrario, quién no ha oído alguna vez que el bando de los cristianos suma una oveja descarriada que en el último momento parece darse cuenta del error consumado a lo largo de su vida. La controversia aquí puede ser infinita y alcanzar un estado de necedad tal que nos hace retornar a un estado del saber en el que el argumento de autoridad (quién defiende una cosa y quién no) se convierte en la evidencia máxima de la verdad sobre algo.

Un autor al que no se le ha dejado en paz desde prácticamente su muerte ha sido Charles Darwin. Desde nuestro discreto punto de vista, esta persona nos parece un auténtico genio científico: perfilar una teoría tan elaborada para explicar las más básicas leyes de la naturaleza, basándose en evidencias sueltas de la geología y la biología comparada, no es una labor fácil se mire por donde se mire. Pero de la misma forma que este hombre de barbas blancas se convirtió en un gigante científico, supo actuar con humildad exquisita en el campo de la filosofía y la teología. Un gran científico no tiene por qué ser un filósofo brillante; más bien corre el riesgo de hacer el ridículo en ese campo, al creer que ambas disciplinas se pueden equiparar sin problemas conceptuales.

Que Darwin dudara y pusiera en puntos suspensivos sus creencias religiosas no se puede poner en cuestión en la actualidad. Su autobiografía lo deja bien claro, y en determinados apartados de otras obras también apunta a dicha cuestión. Ahora bien, el hecho que viera dificultades crecientes para cuadrar su teoría de la evolución con un panorama teísta, no hacía que redujera la cuestión religiosa a una respuesta puramente científica. Nos podríamos preguntar si esto era eludir el problema (e intentar no romper las tensiones religiosas de una sociedad victoriana), o si Darwin era plenamente sincero en esa declaración de incompetencia científica para resolver la cuestión de Dios. Posiblemente, no lo sabremos nunca: el secreto se ha ido con él a la tumba y solo nos quedan sus escritos biográficos.

Frente a esto, Richard Dawkins lo tiene muy claro: de haber nacido en nuestros días, Darwin habría abrazado el ateísmo. Al menos este último profesa bastante más prudencia que el primero en sus juicios filosóficos y religiosos. Tiendo a creer que Darwin tenía razones personales para no depositar esperanzas en un dios revelado. Su racionalidad por un lado, y sus experiencias vitales por otro, no le permitirían acercarse a esa solución. Cuando Darwin filosofa utiliza un lenguaje simple y muy básico, pero que deja traslucir muy bien sus experiencias personales y su sentido común. Le repugna el castigo divino por una simple falta o un error en la creencia religiosa, no entiende la existencia del mal en el mundo, y por supuesto, no ve la necesidad de una mano ordenadora de la naturaleza. Comprende la visión consoladora de la religión para una viuda, o la imponente belleza de las selvas sudamericanas, pero eso no le conduce a la creencia. Al menos, tuvo la claridad suficiente para no hacer de una experiencia personal y una teoría científica, un juicio categórico sobre la religión.

domingo, 27 de septiembre de 2009

LA VERDADERA HIPATIA

La visión de Hipatia que más me gusta: más mística que científica, astróloga y no astrónoma. Matemática por platónica. La magia del universo está escrita con números, pero está lejos de ser los números de la ciencia actual. Hoy en día la habríamos considerado deliciosamente supersticiosa en su paganismo olvidado. Tal fue la magia y misterio que quiso recoger Hugo Pratt para una Hipatia reencarnada en su Fábula en Venecia, experta en ciencias ocultas y rozando la locura.

lunes, 21 de septiembre de 2009

RECORTE EN LA CIENCIA: ESE NO ES EL CAMINO.

Las noticias que se infitran en la prensa sobre la drástica reducción del presupuesto en investigación científica para los próximos años no dejan de causar estupefacción. Casi un 40 % de reducción presupuestaria implicaría retroceder al menos una década de nuestra historia. Y como todo el mundo sabe, no es una mera cuestión de prestigio cultural: es apostar por un nuevo régimen productivo y económico. Es evidente que el gobierno aspira a recortar el gasto y obtener más recursos para paliar el déficit. Ahora bien, no se puede prescindir de una inversión tan necesaria para renovar el sistema económico. Estar en la sociedad del conocimiento y la información implica dedicar una parte de los recursos a la continua renovación.
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Pero dicho esto, nos podemos plantear también otros problemas. Nos obliga a preguntarnos dónde está la inversión en I+D desde la iniciativa privada, muy débil frente a otros países. No podremos estar toda la vida pendientes de una inversión estatal que petrifica todo en cuanto desaparece. El papel del estado es acelerar el cambio de tendencia en un sistema productivo, e impulsar la investigación de aquellas parcelas científicas que escapan al mercado porque no tienen un beneficio económico próximo. Y también a la inversión en investigación y ciencia habría que pedir una mayor información y toda la transparencia posible. La sociedad pide también resultados visibles, y saber dónde va ese dinero público. Dejarlo en la sombra y desconocer a quién beneficia toda esa inversión impulsa a situaciones como esta: se recortará el presupuesto de ciencia y pasará completamente desapercibido.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

CUATRO LÍNEAS SOBRE EL TORO DE TORDESILLAS...

No es que sea este un tema de gran trascendencia, pero los comentarios que han aparecido en los medios de comunicación en la defensa del toro de Tordesillas son algo que clama al cielo, que merecen la pena comentarlos un poco.
a) "esta fiesta es una tradición de cuatro siglos": Las tradiciones no son para siempre, y hay tradiciones que son destructivas y que conviene eliminar cuanto antes de nuestra sociedad. También ha sido tradición quemar hombres por pensar de forma distinta a la nuestra, o que los hombres hayan maltratado con impunidad a sus mujeres durante siglos y aunque eso haya sido la tradición no quiere decir que sea positivo para nuestra cultura.
b) "también se mata a los cerdos y las vacas para comer y no pasa nada". Matar un animal por supervivencia o necesidad es una cosa, matar un animal por el mero placer, es otra muy distinta. El hombre es el único ser de la naturaleza que mata por crueldad o por aburrimiento: triste privilegio del supuesto rey de la creación.
c) "No existirían los toros si no fuera por este tipo de fiestas". Es preferible que no existan, a que estén condenados a un fin tan cruel. Si el toro de lidia es un producto espúreo e innecesario de la naturaleza, dejemos que sea ella la que lo elimine, no nosotros. Sería un asunto interno de la naturaleza, ley de selección natural (en cualquier caso, los burros están con el mismo problema, y ya se están haciendo reservas naturales).
d) "Hay cosas más importantes de las que preocuparse y problemas ambientales mucho más complejos": completamente de acuerdo, pero el calentamiento global o el agujero de la capa de ozono son problemas cuya resolución es compleja y se hace con determinados costes. Este es por el contrario completamente gratuito: matar por crueldad no es además un buen aliciente educativo. No por el hecho de que haya otros problemas, este no deja de tener su trascendencia.
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En definitiva, me deja la sensación que aquel que no tiene un respeto mínimo por la vida de un animal, tampoco va a tener respeto por otras cosas más importantes. Si lo que desea es quemar adrenalina, tirénse de un puente o maten bichos en una PSP, pero déjenos en paz: a los animales y a los demás que no soportan esta crueldad.

El colmo de la contradicción: se mata al toro con refinamientos de crueldad y luego se le erige una estatua. Patético.

domingo, 13 de septiembre de 2009

CINCO CRÍTICAS A LA DEMOCRACIA (LIBERAL)

       Durante un tiempo, y tras la caída del muro de Berlín, se creyó que la democracia era el final de la historia, el régimen bendecido para la humanidad, o el punto culminante de la evolución civilizada del hombre. Una democracia, que naturalmente, no era la que habían pensado Sócrates, ni Jefferson o Rousseau, sino que venía acompañada de las construcciones occidentales modernas: el liberalismo político y la economía de mercado. Etnocentrismos aparte, la democracia es un régimen que debe estar sometido a una crítica constante. Precisamente porque ha nacido en el ámbito del liberalismo, tenemos que aprovechar su “reflexividad” para poderla poner en cuestión y reconocer qué es lo que no está funcionando actualmente. Los filósofos antiguos no tenían precisamente en un pedestal a la democracia. Examinemos sus críticas brevemente:

- La democracia es un régimen con unas raíces históricas y una tradición en un país, que no se puede extender a cualquier lado (tesis de Burke). Desde ese punto de vista, la creencia de José I de Bonaparte de crear un estado liberal en España con el apoyo de las tropas francesas en 1808 era tan estúpida como la creencia de instaurar una democracia en Afganistán moderno por parte de la comunidad internacional. Una democracia precisa de una evolución histórica que no se construye sin tensiones y sin muchos años de conflictos. Este sería el argumento multicultural de nuestros días: la democracia no es exportable de los parámetros occidentales.

- La democracia es el régimen en el que gobiernan los menos cualificados (tesis de Platón y del liberalismo doctrinario). ¿Por qué tenemos la sensación que nuestros políticos son unos ineptos? Quien quiera saber por qué G. Bush o Silvio Berlusconi están en el poder, o por qué Carter perdía ante Reagan tendrían que hacer un curso de psicología social. La gente vota no con la cabeza, sino con instintos irracionales. Se vota contra la fatiga o a favor de ella, por envidia (por sentirnos más cercanos o más distantes de un candidato), o por puro egoísmo individual (y a esto los economistas lo llaman “racional”). Por estas cosas, los intelectuales nunca han sido buenos candidatos políticos: al hablar con la razón abstracta, pura, generan un sentimiento de animadversión en el electorado.

- La democracia es un régimen en el que luchan distintas facciones por hacerse con el poder, generando anarquía (tesis de Aristóteles Tomás de Aquino). La parálisis de la Unión Europea refleja esto perfectamente. No puede existir democracia cuando no hay un bien común identificable y Europa todavía no cuenta con él. Esto ha creado una mitología colectiva que pasa por las guerras civiles de la República romana y las luchas entre Octavio y Marco Antonio, y que en el imaginario colectivo tienen su trascendencia en películas de la Guerra de las Galaxias, como La Venganza de los Sith. El emperador, que intenta imponer orden en la galaxia con mano de hierro, intenta quebrar también las decisiones de los burócratas y la anarquía que se extiende en la vieja república.

- Las masas no se pueden gobernar porque tienden al interés particular (tesis de Hobbes y los liberales). Aunque el gobernante desee el bien común, los gobernados no van a aceptarlo porque van a ir contra sus intereses de grupo o puramente individuales. Este es el motivo de muchas guerras civiles: la americana o la guerra civil española, pero es la realidad presente de muchos países con democracias recientes o impuestas, como las del mundo islámico. Nuevamente en la Guerra de las Galaxias aparece este riesgo.

- La democracia no es más que la representación de los intereses de los más adinerados (tesis marxista). Para estos autores, tradicionalmente, el liberalismo y la democracia no son más que la corteza de un entresijo de intereses económicos que son los que realmente dominan las decisiones importantes. Dicho en términos marxistas, la democracia no representa más que los intereses de clase de la burguesía capitalista. Sin llegar a esa forma de entender la sociedad, la pregunta que se hace cualquier mortal es: ¿por qué narices un personaje político y económico de importancia puede tener más influjo que un simple ciudadano, y al mismo tiempo, una mayor impunidad, cuando la ley nos señala a todos iguales? Aunque la desigualdad humana es inevitable, traspasar algunos límites se convierte en algo peligroso para una democracia.

Naturalmente, formular estas críticas no significa tener un régimen político superior al que se pone en cuestión. Pero sí vale para entender sus crisis y por qué no acaba de cuajar lo que consideramos orgullosamente en Occidente como "el peor de todos los regímenes a excepción de todos los demás".

miércoles, 9 de septiembre de 2009

EL SUEÑO DEL REY JOSÉ y AFGANISTÁN

Hace unos años recordaba hablando con Sawed sobre la democracia en los países árabes. Sawed no era ni diplomado en ciencias políticas ni un estudioso en economía: era sencillamente un egipcio de Alejandría, inmigrante en Holanda, que trabajaba en una fábrica de bulbos. Él me decía, "mira, la democracia es algo muy bonito, Ángel, pero no es para los árabes. Funciona en Europa, pero no en Egipto. Los egipcios quieren caña: dales libertad y te contestarán con una revuelta", y Sawed acababa encogiéndose de hombros. Esto curiosamente, era lo que ya hace doscientos años Edmund Burke decía de la Revolución Francesa o Jaime Balmes, sobre el liberalismo: bien para Francia, una aberración para Inglaterra o para España. Entiendo que esta visión es terriblemente conservadora, pero no le falta un punto de razón. Sin una tradición, está claro que no se puede imponer una idea "extranjera", como es la democracia.

Volvamos a nuestros días. En esta última semana el ejército alemán de Afganistan ordenó un ataque contra fuerzas talibanes. El resultado fue, como siempre puede ocurrir en una guerra, la muerte de civiles. Por muy buenas que sean las intenciones del ejército occidental, el ataque talibán ha surtido el efecto deseado: las tropas internacionales se podrán ver ahora como una fuerza de ocupación. Ignoro si esa es la realidad del pueblo afgano pero bien podría ser así. La función de esa fuerza internacional estaba sentada en establecer un régimen político estable y si es posible democrático, pero ¿es posible construir esa realidad en una comunidad de clanes en el que el concepto de estado nacional no existe? ¿Se puede construir un bien público si priman sobre todo los intereses privados? ¿No nos enseñó nada el fracaso de la Unión Soviética? Si es necesario, los líderes mundiales deberían hacer saber al público general que si estamos en Afganistán, es no para imponer una democracia interna, sino para evitar un régimen político enemigo de la comunidad internacional, como era el talibán. Quizás no suene tan dulce y humano, pero es más real.

Hasta hace poco la democracia se creía un bien exportable fácilmente, y sin embargo, hoy es necesario desvanecer ese sueño. Ese era el sueño del rey José I Napoleón, rey de España: con un puñado de afrancesados, intentó cambiar el tradicional mundo español de privilegios y traer la Libertad, Igualdad y Fraternidad a nuestras fronteras. Nadie le entendió: todo acabó en un país arrasado por la guerra. Pocos recuerdan sin embargo que ese fuera el inicio del liberalismo en España: lo que se celebra de 1808 era la rebelión contra los franceses. ¿Valió de algo todo eso? Al menos en nuestro país nacieron las Cortes de Cádiz, aunque pasásemos después medio siglo de guerra civil. Pero España, por mucho atraso que deseasen etiquetarnos en Francia o Inglaterra, era una nación europea. ¿Tendrá el mismo resultado esa modernización forzada en Afganistan e Irak? El tiempo lo dirá; en cualquier caso, es preferible el cambio desde dentro, como en Irán.

Tropas occidentales en un desierto, Afganistán. Garantía de la libertad para algunos, fuerza de ocupación para otros, o sencillamente gente que evita un estado terrorista.


Los fusilamientos de Goya: Piensen que los soldados eran los salvaguardas de la Revolución, y que en sus macutos se escondía El Contrato Social de Rousseau. Y también, de paso, que el propio pintor era afrancesado.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

LA DISPUTA ENTRE POPPER Y WITTGENSTEIN: EL ANTIFILÓSOFO FILOSÓFICO.

Una de las anécdotas que se repiten en la mitología de la filosofía analítica (sí, hasta la aburrida filosofía analítica tiene sus pequeñas historias) resulta del encuentro sostenido entre Wittgenstein y Popper en un curso sobre la inexistencia de la filosofía. Wittgenstein repetía que cualquier problema filosófico se disolvía en los entramados del lenguaje corriente, y que la filosofía en el fondo resultaba de un peculiar uso de dicho lenguaje. Dicho de otra manera, esto suponía negar la existencia del discurso filosófico. Le tocó el turno a Popper y este empezó a leer una lista de problemáticas que según él, la filosofía debía resolver. Wittgenstein iba despachando una a una de sus solicitues, desviándola hacia alguna disciplina determinada. Pero la lista debió ser excesivamente larga, porque el hombre perdió los nervios y se largó de allí dando un portazo.
Esta anécdota quedó bien registrada en el libro Words and things de Ernest Gellner (un furibundo opositor al segundo Wittgenstein y luego afamado ensayista sobre el nacionalismo) y este autor me hace plantear una duda: Si el discurso filosófico ha dejado de tener sentido, y con él la búsqueda de certeza, ¿cómo se explica la airada respuesta de Wittgenstein, tan sumamente dogmática, y en el fondo, tan sumamente cargada de una verdad filosófica -la negación de la misma-? Quien defienda una posición escéptica (Wittgenstein no lo hacía) o airadamente antifilosófica, debería corresponder con una actitud igual de escéptica, ataráxica, distante. Wittgenstein, Heidegger y los postmodernos recuerdan demasiado al viejo ateo que de tanto negar a Dios, hablaban de él más que los propios creyentes.