Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

martes, 8 de septiembre de 2015

EAGLEMANN O DIÁLOGO SOBRE LA CREATIVIDAD


                                  El señor Eagleman y Tibb debatiendo sobre la creatividad.


Tibb tenía sobre su mesa un par de libros que ojeaba com cierta desidia. El lugar y el tiempo resultaban tan extraordinariamente aburridos que los libros se convertían en un refugio para evitar la caída en la somnolencia. Afortunadamente, Eagleman estaba a su lado y el título del libro le valió uno de sus comentarios agudos. El libro en cuestión era “El aprendizaje de la creatividad”, uno más de los muchos de José Antonio Marina…
     - Enseñar la creatividad... Pero si eso no existe… Mira, desde Homero, que eso ha desaparecido.
     - Pues sí, contestó el señor Tibb, y si a Homero añadimos la Biblia tenemos ahí todo lo demás.
     - Es que eso de la creatividad... o la originalidad, como queramos llamarla, es un sinsentido: no existe ningún autor que haya creado desde la nada.
      El señor Eagleman es profesor de bellas artes, y muy bueno, me atreveria a decir. Y podría añadir, contra su voluntad: sorprendentemente creativo. Que una persona creativa negase de esa forma rotunda la creatividad, se merecía un buen diálogo.  
      - Como decía, continuó Eagleman, todo está dicho. Un artista supone que crea desde la nada, pero eso es la más absoluta arrogancia. Un artista original sin talento tiene muchas possibilidades de crear basura. A lo sumo será un buen embaucador, un gran estafador, o un estupendo representante de ventas..., pêro nunca un creador, no cree usted.
      - Estoy de acuerdo. Por Zeus.
      - ¡Claro que sí! Miguel Ángel, los hombres del Renacimiento, eran de todo menos originales. ¿Qué podemos decir de ellos? Fantásticos artesanos, sí. Pero no son originales. Su arte se reduce a pura artesanía.
     - Y sin embargo, replicó el señor Tibb, aplicaron técnicas nuevas en su pintura. El esfumato, el escorzo, la perspectiva... 
     - A eso me refiero con artesanía, contestó Eagleman. Tomemos Leonardo de forma metafórica. Cuando aplica su técnica de esfumato, está aportando esa capa que hace que el cuadro sea suyo. Pero la Gioconda, la imagen de la belleza feminina, todo eso sobre que se mueve Leonardo... está inventado desde que el hombre es hombre. Nos recreamos en miradas nuevas sobre un mismo tema. Y dicho sea de paso, no estoy añadiendo nada nuevo sobre el tema. Niego toda originalidad en mi exposición.
     - Pero entonces yo creo que necesitamos una depuración de los términos. Estoy de acuerdo a aceptar que la originalidad no existe, y que como tal, solo Dios, si es que existe, podría tener el título de creador. Pero lo que no acepto de tu discurso es que la creatividad en el humilde ser humano no exista.
      - Oigamos, entonces, tu discurso, ¡por Apolo!
      -       ¡Por Belenos!
-          Por ejemplo…
-          Por favor...
 - Partamos del hecho que la creatividad es meramente un humilde apêndice de originalidad humana, un resto de la originalidad divina. 
- Aceptamos esa expresión sublime y casi vacía...
-         La originalidad no es sinónimo de creatividad, es solo uno de sus componentes, y casi por defecto, porque no es una originalidad intencionada, buscada egocéntricamente por el creador. La creatividad se tiene que enfrentar a un problema y resolverlo, ya sea en el campo del arte, en la ingeniería, la literatura, la gastronomía o la recolección de caracoles. Todo puede estar tocado por la creatividad.
-         Extiende más tu respuesta.
-         Tiendo a considerar más la creatividad como un estado de pastiche permanente, de recombinación juguetona.  En este sentido, me inspira mucho el gran Wittgenstein. Este tipo nos decía que cada circunstancia tiene un juego del lenguaje, un discurso particular. Si yo, por ejemplo, estoy en una biblioteca y digo ahora “pásame el libro del Señor de los Anillos”, quedará fuera de duda que estoy hablando en el contexto de los libros. Se espera que tú me pases el libro y que lo lea. A esto lo podemos llamar “reglas convencionales del lenguaje”.
-         Está bien.
-         Sin embargo, la creatividad surge cuando rompemos esas reglas, cuando damos una respuesta lingüística diferente a la esperada en un contexto determinado. Imaginemos ahora que la frase “pásame a Tolkien”, la usamos cuando estamos calzando un mueble. Hemos sustituido el uso tradicional del libro para usarlo como acomodador de un mueble. El uso no es demasiado original, diríamos que de una escala de 0 a 10 de creatividad, sería un 2. Pero imaginemos el libro de Tolkien para construir una escultura o un arma arrojadiza, como base de un examen de inglés, como fuego de hoguera, para construir con el élfico un código militar secreto… Entonces empezamos a emprender levemente la senda de la creatividad. Cuando rompemos el uso típico y convencional de las cosas, inexorablemente nos acercamos a ella.
-         Pero eso no hace una acción creativa por sí misma. La excentricidad, por ejemplo, podría caer también bajo esa interpretación tuya.
-         Bien, pues añadamos que la creatividad es la excentricidad orientada hacia una meta conscientemente elegida. La creatividad solo cumple su función cuando dicha excentricidad se acopla perfectamente sobre un nuevo horizonte de acción y por tanto, deja de ser excéntrica y se convierte en creativa.
-         Pero qué bonita te ha quedado esa definición.
-         Tú me has ayudado a hacerla con tu excentricidad.
-         De todos modos, ¿qué quieres decir con todo esto?
-         A menudo hemos planteado la creatividad como forma de resolver problemas lógicos o matemáticos. Pero no tenemos que compartir ese horizonte de acción. La creatividad humorística, por ejemplo, la que esgrimen los Monty Python de forma tan grotesca y radical, parte de una mezcla brutal de lenguajes que funcionan. Muchas novelas ganan adeptos no por la historias que cuentan, sino porque ponen la trama en un contexto extraño y novedoso. Todo puede estar sometido al toque de la creatividad.
-         Puedes tener razón con ello, by Jove.
-         Tenemos ya una definición de la creatividad. Pasemos ahora, a evaluar, cómo alcanzar la creatividad. Y sugiero que, cuanto más veo los métodos que han alcanzado los estudiosos, más me parece que la creatividad es muy cercana al azar y la suerte.
-         ¿Por qué lo dices?
-         Es como coger la hoja que se cae de un árbol con los ojos cerrados.
-         Algo difícil.
-         Sí, pero si forzamos la situación no lo será tanto. ¿Qué podrías tú hacer para tener más posibilidades?
-         Esperaría a que fuese otoño, o si tuviese otro amigo, le pediría que removiera o vareara el árbol. Entonces caerían tantas hojas, que al final alguna podríamos alcanzar con la mano.
-         Pero no sería directamente, “aquella hoja o esta otra” que hayamos visto antes de taparnos los ojos. Sería la primera que apareciese, inesperadamente, sobre nuestra mano. No sé si así entiendes un poco lo que es la creatividad para mí.
-         Creo que sí: ya veo la relación entre las tormentas de ideas, los juegos de De Bono y demás métodos.
-         Al fin y al cabo, acaban reducidos a la máxima generación de posibilidades, tanteos, y mezclas de discursos no pensados previamente. Resultan muy atractivos, pero al mismo tiempo, frustrantes: no hay una llave definitiva que nos diga cómo generar creatividad. En conclusión, las conexiones entre un código de lenguaje nuevo y el horizonte de actuación que queremos resolver, como hemos dicho antes, las tendrá que establecer el sujeto creativo.
-         Hmmm… Interesante, y con esto, volvemos al comienzo de la discusión. ¿Hasta qué punto el sujeto acaba siendo creativo?
-         El sujeto se hace original al mezclar y reciclar cosas ya creadas. En las nuevas síntesis encontraremos la creatividad. Podríamos seguir hablando del asunto…
La conversación quedó interrumpida en ese momento por el fin de la reunión. Alrededor de Eagleman y Tibb se fueron levantando pesadamente cuerpos cansados y aburridos que volvían a su rutina.
-          Mejor para la próxima reunión… concluyó Eagleman.

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