Deberíamos poder reírnos a carcajadas de las religiones para criticar en ellas todo lo que tienen de vulgar contagio humano, y que nos alejan de cualquier sombra de la verdadera divinidad. Dicho de otra forma, no busques a Dios en leyes, preceptos morales ni sentimientos empáticos. Simplemente, contempla el mundo. Ni siquiera debes encontrarlo bello o racional. Queda así abierta la puerta a la divinidad.
Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.
miércoles, 14 de julio de 2021
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