Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

sábado, 26 de septiembre de 2020

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    Últimamente pienso en el personaje de Enoch. Enoch, nos dicen apenas unas líneas del Génesis, fue el único descendiente de Eva que vio a Dios y conversaba con él en sus paseos. Tanto era así, que fue también el único hombre que no sufrió la muerte, y se lo llevó Dios en una nube en la ascensión a los cielos. Pero mi interpretación es radicalmente opuesta. ¿Y si fuese el primer hombre en morir precisamente por el deseo de encontrar a Dios y no verlo con sus ojos, sino tan solo en ensoñaciones confusas?

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