Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

viernes, 12 de marzo de 2010

FALACIAS EN EL PENSIONAZO.

Nuevamente, hablamos de escurridizos temas económicos en esta página, y el autor cada vez se siente más inseguro recurriendo a ellos. Un vistazo a mis blogs favoritos y a algunas referencias más me conducen a hablar de la reforma de las pensiones. No voy a escribir aquí si estoy a favor o en contra (cada día me siento más inseguro ante esos dilemas), pero sí remarco lo que considero aquí que son errores de argumentación en todo este debate.

Existe un argumento muy serio, una fórmula básica, que empuja a una reforma de nuestras pensiones. En principio, nuestra tendencia demográfica tiende al envejecimiento y nuestra esperanza de vida tiende también a ser más larga. Esto implica, en un sistema de pensiones, que hay que pagar a más gente y por más tiempo, y que por lo tanto, el gasto tiende a ser bastante mayor. Algo hay que hacer al respecto para obtener más recursos y dentro de ello, la opción de elevar la jubilación a dos años más es relativamente comprensible.
Pero aquí entran los problemas, errores o extrapolaciones en este argumento.

a) En primer lugar, existe una proyección en el tiempo de una situación en el presente que no tiene que por qué darse. Proyectar una demografía en más de treinta años es algo ilusorio, como ocurrió ya en los noventa, y nadie se esperaba el impacto de la inmigración. En sentido inverso, se puede plantear que la población menor de cuarenta años estará en otras condiciones a las actuales cuando tenga sesenta y cinco y tal vez sea legítimo aplazar la jubilación.
b) En segundo lugar, hablamos de las variables demográficas para enjuciar las pensiones y suponemos que todas las demás variables que influyen en las mismas serán constantes e iguales a las del tiempo presente. No se estima el impacto que puede tener el aumento de la productividad, una bajada en el nivel de desempleo, el déficit del estado o la presión fiscal.
c) Parece que se ha querido tratar el problema de las pensiones no para solucionar un problema del futuro, sino para abordar los problemas del presente. Y aquí es donde juegan esa vieja teoría de las expectativas racionales. Afrontando reformas cuya realización parte de aquí a veinte años, se quiere vigorizar un estado sin crédito internacional alguno, y cuya emisión de deuda pública cada vez le resultará más cara si no intenta estas reformas.
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Prácticamente nadie plantea alternativas a la paulatina reducción y desparición de las pensiones públicas, para convertirlas en modelos mixtos o puramente privados. O quizás no interese hacerlo. En cualquier caso, hay herramientas para revertir el proceso: basta con que la clase política tenga el coraje de llevarlo a cabo.

Una vez que la varilla de incienso se enciende, nada puede apagarla. Se disfraza la teoría económíca de leyes y procesos inevitables y necesarios, cuando en el fondo es un producto de los hombres sometida a sus necesidades.

Una entrada del amigo Helí Ovalle: http://histoclio.blogspot.com/2010/03/el-verdadero-debate-economico-de.html

Un artículo ilustrador recomendado por Víctor Casco de Vicenç Navarro: http://www.rebelion.org/docs/101524.pdf

2 comentarios:

  1. Acabo de leer tus dos artículos y voy a escribir en el que me parece que estoy más capacitado para responderte, pero lo voy a hacer, al menos lo intentaré, hechándole un vistazo al de arriba.
    En el debate de las pensiones hay un tema de fondo que nadie tiene en cuenta y es fundamental. ¿Para qué se crearon las pensiones? para que los ancianos no cayeran en el círculo de la pobreza, por lo tanto, el debate crisis económica - pensiones, también debería contemplar si estamos dedicando suficiente renta al mantenimiento del nivel de vida de las personas cuando éstas están incapacitadas para trabajar. Si es legítimo recortar ingresos a aquellas personas con menores capacidades de gasto (elevación del cómputo y edad de jubilación, etc.)
    Es decir, el Estado o, mejor dicho, algunos estados crean espacios de cierta libertad para aquellas personas cuyas circunstancias vitales les imposibilita el desarrollo autónomo - liberal dentro del mercado, dentro de la sociedad que los hombres en sus acciones privadads e individuales han creado. Por tanto, el Estado no sólo puede ser la expresión de la represión, sino también del desarrollo de los individuos que no son "productivos". Fíjate que paradoja: el Estado totalitario por excelencia, el nazismo, seleccionó a seres improductivos para eliminarlos, lo mismo que hace el mercado con hombres, grupos sociales, regiones o continentes y, donde la única salvación, sería un Estado global que regulase las relaciones privadas y permitiese espacios de libertad allí donde no los hay, donde revalorice conceptos negativos como la vejez, infancia, embarazadas, mujeres, analfabetos, baja cualificación, pobres, minusválidos, discapacitados, etc. Para todos ellos, muchas veces, el único espacio de libertad se las suministra el Estado, el mismo agente totalitario y represor, también puede ser una máquina que fabrique individuos autónomos y, por tanto, de conciencia y acción liberal.
    En resumen, si relacionamos pensiones y crisis económica, la pregunta debería ser:
    ¿Es justo que un pensionista reduzca sus posibilidades de vida frente a otros sectores sociales?
    ¿Deben las personas que viven de su salario y tiene sus ahorros en el sistema público de pensiones reducir sus expectativas para que aumenten las de otras personas?
    ¿Qué es lo que hace falta para que una persona nacida en este Mundo pueda ser autónoma y libre a lo largo de su vida?

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  2. Por supuesto. El estado del que hablo arriba es el de una dictadura, comunista en el caso de Grossman, pero que se puede aplicar a cualquier otra... No soy tan ingenuo como para pensar que todas las discriminaciones parten del estado!
    El estado es necesario, incluso para el más libertario de los economistas o sociólogos. No olvides que estás hablando con alguien que tenía a Rawls como biblia.

    Petit en su Republicanismo defendía que la gestión del estado es buena si agranda la autonomía de los individuos y permite una libertad auténticamente efectiva y no meramente formal, en potencia, "posible" como la que postulan los economistas libertarios.

    De todos modos el libro de grossman es un buen antídoto contra el autoritarismo, y apunta mucho el tema de la memoria hístórica, algo interesante como decía, para cualquier dictadura.

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