Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

INGLÉS COMO TERAPIA PSICOLÓGICA

   
      Este verano el señor Tibb hizo un grandísimo descubrimiento. En su entusiasmo por la lengua inglesa, participó como profesor y alumno en clases de conversación, y se percató de cómo una de las ideas básicas de toda terapia psicológica se cumplía con el uso de la lengua extranjera. El señor Tibb, tan parco en palabras y oscuro como siempre, se volvía cristalino hablando en su macarrónico inglés. Todos los cierres mentales que su parte consciente y racional ponía a sus emociones y miedos de repente estallaban en pedazos, y dejaba fluir libremente su interior reprimido y oculto. Ciertamente, la incapacidad de expresarse adecuadamente en la lengua extranjera no permitía precisar con detalle las emociones, pero ese hándicap era compensado ampliamente por esa cascada emocional desatada. Suena algo psicoanalítico, pero funciona en los roles de profesor y alumno de las clases de idiomas. 
     Cuando este sujeto -el señor Tibb- se encontró hablando con la profesora Sara sobre sueños de la infancia, se daba cuenta que al prestar tanta atención en cómo construir el lenguaje, dejaba escapar recuerdos que raras veces o nunca había confesado a nadie. Y que, es más, Sara como profesora de inglés, debía escuchar con atención. Esto creaba una atmósfera comunicativa rara veces alcanzada en el día a día. Ignoro si alguna escuela de psicoterapia plantea clases de idiomas como parte de su material terapéutico, pero se anima a ello.  Evidentemente, para que surta efecto la terapia, suponemos que se necesita hablar una lengua extranjera con mínima fluidez...
      

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