Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

jueves, 11 de junio de 2020

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Hoy he tomado una decisión trascendental, quizás una de las más importantes en toda mi vida.  He decidido quemar toda mi biblioteca, libro a libro y hoja a hoja, tirar todos mis viejos CDs a la basura, vaciar todo mi disco duro de inmundicias culturales, y por último, lo más doloroso de todo, destruir mis listas de reproducción en Spotify desde la música del siglo XIII hasta el trap, empezando por supuesto por el gran capullo que es Gary Glitter pero cuya música me acompaña en mis interminables sesiones de corrección. El virus inquisitorial me ha poseido, y he descubierto de repente, para mi gran pesar y asombro, que toda la cultura occidental está construida sobre los cimientos de esclavos y esclavas, en favor de una élite de patriarcas supremacistas, misóginos, racistas, fundamentalistas religiosos y burgueses opresores. Así, que como solución, destruyamos todo aquello que esté contaminado y censuremos de raiz todo lo que apeste moralmente hablando. Empiezo tirando a la basura las memorias de Churchill, asqueroso imperialista eurocéntrico, pero después desmigajo La Política del ladino Aristóteles (un bastardo esclavista) y quito de mi reproductor los Carmina Burana de Orff, música nazi al uso. Todo está contaminado por sutiles valores inmorales que solo nosotros hemos empezado a superar. ¡Así que empezaremos la historia desde cero! Reconstruyamos una Biblia o un poema de Gilgamesh con total pureza, y de ahí en adelante toda obra escrita o compuesta hasta alcanzar nuestros días. La tarea es inmensa y llena de gloria para los censores más aguerridos. Sí, toda la gloria para los censores, mientras lanzamos un "¡muera la cultura!" por la más justa de las causas. En fin. Pero, ¿de verdad que no se nos ocurre ninguna otra cosa más interesante para frenar el racismo que poner del revés toda nuestra historia y cuestionarla de la más absurda de las formas?

2 comentarios:

  1. Valiente pero honesta decisión. De hecho, desde hace unos meses yo solo me permito consumir productos culturales que hayan sido aprobados, in a timely manner and following due procedures, por proxys sancionadores oficiales como Newtral. Entre las obras que más me han marcado no puedo sino recomendar leer lo de detrás de los champús, árido pero detallado documento para el cuidado del cabello débil, y las vallas publicitarias de los veranos de la Villa, si bien no me he atrevido en participar en alguna actividad temiendo alguna sanción retroactiva.

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  2. Tomaré al pie de la letra las recomendaciones. De hecho recomiendo sugiero la lectura de los componentes minerales de la yerba mate Taragüí, o el listado númerico del ISBN de los libros recién adquiridos por la biblioteca pública municipal. Da igual el municipio; esa lectura pasa todos los controles de censura, y nadie te podrá decir nunca nada. En fin... mejor tomarlo así.

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