Uno de los lúganos que andaban por allí y que infructuosamente trataba de fotografiar. |
Hoy hacía frío, mucho frío. Me temblaban las manos sujetando la cámara para poder fotografiar a los lúganos, esos fantásticos invitados verdosos del invierno. Pero sabía que todos mis esfuerzos eran además una empresa inútil: en cuanto estaba a punto de conseguir una imagen aceptable, el señor Tiburcio aparecía entre una nube de humo en el objetivo y ahuyentando a los pajarillos.
- En lugar de espantar mis pájaros, bien podría quedarse usted quieto. - Lo siento, el pensar me provoca movimientos indeseados.
- Sí, ya lo he notado. Usted solo fuma cuando piensa.
- Fumo luego existo, dijo con una sonrisa. - ¿Y en qué pensaba usted esta vez?
- Estaba fumando en wikileaks.
- Los datos de Wikileaks testimonian solo una cosa: la hipocresía reinante, chascarrillos de embajadas e intereses ocultos – decía yo con total indiferencia, con la vista puesta en los pájaros.
- Ahí quería llegar yo, ahí quería llegar: hipocresía. Sin ánimo de ser políticamente incorrecto, tengo que decir que la hipocresía es uno de los grandes descubrimientos del hombre. Hasta el punto que creo que detrás de cada gran hombre ha existido un gran hipócrita. Lo único que pasa es que desde los tiempos de Jesucristo y Sócrates se volvió palabra tabú y ha tenido que cambiar de nombre.
- Está visto que hoy no me deja de tocar los lúganos. Bien, y cómo lo llama usted hoy, dije con resignación.
- Yo, de ninguna manera. Pero hoy en día, los psicólogos lo llaman tener “habilidades sociales”, y la creo totalmente necesaria para vivir civilizadamente. ¿Qué habría sido desde hace tiempo del ser humano si no tuviéramos la habilidad para mentir y callar la boca, en lugar de soltar continuamente verdades hirientes y muchas veces imposibles de asumir? Sencillamente, que estaríamos en una guerra permanente. Hay relaciones humanas donde la hipocresía no es un vicio, sino una virtud y un deber. Y la diplomacia es uno de esos niveles. Es pura hipocresía, llevada hasta el nivel del absurdo, mantenida en nombre de intereses a veces elevados y otras dramáticamente oscuros. El diplomático es el único hombre en el mundo que puede alardear de la falsedad como una virtud.
- Hasta el punto que la hipocresía que es capaz de resolver conflictos recibe el nombre de buena diplomacia, contesté. ¿Y el político?
- Bueno... Una cosa es mostrar una falsa sonrisa a un desconocido y otra muy diferente a alguien de casa o de tu vecindad. Una cosa es halagar a un extranjero, y otra cosa es engañar a tu pueblo, sobre todo si vives bajo una democracia que pide glanost. Qué término ruso tan encantador, verdad...
- Ahora bien, usted estará de acuerdo con que la hipocresía es algo que siempre puede ser denunciable. Perseguir un hombre que denuncia la mentira es intolerable. - Naturalmente, naturalmente. El que persigue al denunciante ha hecho una hipocresía tan grande que se la ha terminado creyendo. Pero no crea que pienso mejor del denunciante: o es a su vez el más grande de los hipócritas o un gran ignorante de la sociedad humana.
- Bien, el que no quiere hablar hoy soy yo. Déjeme fotografiar los lúganos en paz. Sabía usted que estos diminutos pájaros vienen del norte de Europa cada año? Resulta impresionante que uno de estos pequeños puedan recorrer miles de kilómetros...
- No, no lo sabía, pronunció entre dientes aplastando el cigarro con los labios. Interesante, interesante...
A lo mejor los ciudadanos también somos un poco hipócritas por hacernos los sorprendidos al descubrir por wikileaks la hiipocresía de nuestros gobernantes... Sea como sea a mí también me mola lo de la glasnost
ResponderEliminarUn saludo
Que interesante, que interesante... jejeje, me recuerda nuestra conversaciones de farola a farola.
ResponderEliminarDe todas formas creo que... cuando la hipocresía de una sociedad es desvelada, ésta necesita crear otra imagen de virtud cubierta de hipocresía, sino la mayoría de los mortales se sienten desorientados y no cumplen sus tristes papeles que la sociedad les ha asignado.
Ya sabes, cuando los romanos empezaron a sacrificar por conveniencia (ver película de Espertaco) los bárbaros hacen efectiva su presión sobre el limes.
¿Qué sustituirá esta sociedad vieja y caduca? ¿Quién lo sabe?... Lo seguro es que la madre autopeyética ha dejado de autorreproducirse y los ladrillos que construyen nuestro Mundo se corroen bajo nuestros pies.
Por cierto... ya sabes lo que pasó después de la Glasnot... la caída del Muro de Berlín.
Que interesante, que interesante, que interesante... Siguieron diciendo hasta las 5 de la mañana entre farola y farola... los vecinos pensaban que eran borrachos y asociales, pero eran los más ebrios y lúcidos de esta sociedad que intentaban salvar... aunque al final se le congelaron los pies.
Que interesante, que interesante....
Despotrikator, ojalá la transparencia se convierta en ley en lugar de excepción, pero aún así, estoy de acuerdo con Tiburcio en que la hipocresía puede ser virtud.
ResponderEliminarUn saludo!!
Demasiado épico nuestros paseos de farola en farola, Helí!!! Yo creo que lo único que sacábamos en claro era que, efectivamente, se nos congelaban los pies. Pero era un estadio de acercamiento a lo Universal sublime... je je je...
ResponderEliminarHay un argumento de Hannah Arendt ( no muy desarrollado) sobre la frustración necesaria ( o el inacabamiento) del afán de desenmascarar hipócritas. Algo así como que cuando se va más allá de lo que uno hace, dice o piensa, buscando en las profundidades del alma las motivaciones íntimas de eso, al encontrarlas y sacarlas a la luz, automáticamente se sospecha de esos motivos, antes profundos y que ya no lo son ( profundos), que no son más que una apariencia, y que por debajo otra vez debe haber motivaciones más secretas de esas motivaciones, etc.
ResponderEliminarAdemás ( esto ya no es Hannah Arendt) esas actitudes practicadas con demasiado entusiasmo es fácil que desemboquen en ese mal que no por obviamente falaz y tramposo, por facilón y claramente engañoso, deja de estar tan extendido ( desde discusiones familiares hasta titulares de periódico, desde debates rigurosos hasta sesiones de contol al Gobierno, etc.): el argumento ad hominem.
He leído algunas entradas de tu blog. Me gusta. Me divierte. Pero me gustaría que ( aunque entiendo que el espíritu del blog sea otro) dieses algún paso más... Para no quedar siempre ( esa es mi sensación) en el limbo de la disposición o actitud filosófica, o crítica, o humorística, etc. pero sin realizarla. ( Vale que es un blog y no una tesis doctoral, pero me quedo con ganas de más. Aunque eso tal cual también es bueno supongo).
Eso sí. Al margen de lo conveniente, o acertado, o interesante o no de los contenidos desvelados por Wikileaks que más famosos les han hecho, la idea, las posibilidades, etc. de Wikileaks me parecen merecedoras del mayor apoyo.
ResponderEliminarmuchas gracias Álvaro por tus dos comentarios... La verdad es que propones unos argumentos interesantes, y al mismo tiempo unas preguntas que yo tampoco dejo de hacerme.
ResponderEliminarSobre lo primero en relación a Arendt, estoy de acuerdo con lo que dices, nuestra cultura es una cultura de la sospecha y la hipercrítica: todo puede ser desmontado una y otra vez, hasta el infinito (esto se ve hasta el cansancio en la filosofía del siglo XX). Esa capacidad de crítica se revela a veces de forma muy destructiva porque elimina cualquier posición de seguridad: pero ya no podemos recuperar la vieja confianza en las cosas y el orden del mundo... La jaula de hierro oprime hasta la asfixia.
Y de la otra pregunta, la pasividad encubierta tras tanta reflexión o desbarre... efectivamente es una actitud escéptica y poco dada a la "praxis", (es la que esgrime el señor Tiburcio,ese alter-ego que me saca de quicio de cuando en cuando). Pero para mí el blog tiene un efecto terapéutico, por decirlo de alguna manera. La posible praxis la dejo para fuera de la red, o para mis otros blogs.