Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

domingo, 29 de mayo de 2011

THIN AND THICK



     Me permito citar a Michael Walzer para hacer referencia al reto al que se enfrenta las movilizaciones del 15M. La hora de las pancartas va pasando con rapidez: las movilizaciones no se pueden prolongar por eterno, y ya se han construido lemas que van a ser su inspiración directa, pero que no nos valen para fijar los puntos concretos de un programa. Llega el momento de negociaciones y consensos, como muy bien apuntaba maese Despotrikator en su propio blog para las asambleas de Badajoz. El problema fundamental está claro: si todos nos apuntamos a un slogan atractivo y actuan como símbolo de identidad -incluyen y movilizan a una gran masa-, sabemos que los puntos de un programa determinado tienen el efecto contrario: excluyen a la gente y rompen la movilización. Con cierta sorpresa leo las reivindicaciones de la asamblea de Cáceres: sorpresa porque tocan muchos puntos, demasiados. Yo estoy de acuerdo con casi todos ellos, pero intuyo que mucha gente no tiene por qué estarlo. Esa gente disconforme acabará preguntando qué representatividad tiene este colectivo, lo que llevará a una institucionalización del mismo para reivindicar muchas de esas medidas.    
     Esto no es nuevo: ya lo había definido magistralmente Michael Walzer con la revolución de terciopelo de Checoslovaquia y otros países de Europa del este. Detrás de los carteles de libertad, tolerancia y destrucción de las dictaduras comunistas, se asomaban grupos que muy poco después romperían el consenso y conducirían a la ruptura pacífica del mismo país. Es como él denominó la oposición de lo "delgado" (ética mínima) frente a lo "denso" (una ética máxima en la que quedan definidas todas nuestras credenciales morales). El 15M se ve abogado después de su éxito a dar ese paso: si no lo hace con cautela y sin renunciar a su amplitud de miras, quizás pueda romper el consenso logrado hasta ahora y su capacidad de llamada para ocasiones futuras. 

viernes, 27 de mayo de 2011

EL 15M Y EL SR. TIBURCIO





          Creo que cualquier comentario sobre las fotografías sobra. Hacía tiempo que no veía al señor Tiburcio, y cuando mostré las imágenes de la Puerta del Sol, su respuesta me dejó claro su sentimiento:
     - Nunca me he sentido más viejo. Durante toda mi juventud añoré este momento, sin saber muy bien por qué, como el que desea una promesa desconocida. Lo escrutaba en cada instante, en cada acontecimiento que ocurría y siempre lo veía en geografías lejanas o en tiempos remotos. Siempre más allá de fronteras inalcanzables. Al final me hice escéptico para vacunarme de todas estas esperanzas perdidas... Ahora ha pasado a mi lado, y lo he dejado escapar. Lo he mirado desde la barrera, y no creo que vuelva nunca más. Estas cosas no se repiten todos los días.    
      - ¡Vaya! Pensaba que usted no era revolucionario.
     - A mí la revolución me importa un rábano, a mí lo que me importaba era estar allí. Sentirme vivo, palpar el vértigo de la historia, marearme con ella y caer de bruces contra el suelo. Eso es lo que yo buscaba.  El ser mero espectador, el renunciar a hacer la historia y limitarte solo con verla o interpretarla, solo significa que esta vida se acaba, que renuncias a tu papel de protagonista.      
     - Pero don Tiburcio -le contesté mientras miraba su barba blanca- es que, con todos mis respetos, usted es tremendamente viejo. 
     - Vete tú a saber si quizás ya nací anciano.  

martes, 24 de mayo de 2011

LA DEBACLE DE LA SOCIALDEMOCRACIA

No estoy muy por la labor de aceptar las tesis de que el voto solo ha sido un castigo contra la gestión del presidente Zapatero. Esto confirmaría que el PSOE hubiera perdido todo el terreno electoral que ha hecho, pero no explica otras variables importantes que aparecen en las elecciones. Tradicionalmente, en estas situaciones de pérdidas de identidad e inconformismo con la clase política gobernante,  el voto de izquierda se refugiaba en partidos minoritarios, fundamentalmente Izquierda Unida. Sin embargo, el flujo de votos hacia esa fuerza no ha sido -a pesar de mejorar sus resultados- el que se esperaba. Aparte de surgir otro partido que tampoco representa ni a la derecha ni la izquierda tradicional -UPyD-, el pesimista malestar, el voto en blanco y el 15M reflejan una situación que apunta en otra dirección. Refleja el rechazo creciente a una política institucional desde la izquierda que se ve incapacitada para cumplir sus más básicas promesas. No solo hemos dejado de creer en el bipatidismo, sino también en la capacidad de otros partidos de izquierda para poder llevar a cabo su programa. Consecuencia: corremos el riesgo que la rica herencia socialdemócrata se convierta en una ideología fuera de las instituciones. Que tenga que manifestarse en la calle y en campamentos en las plazas públicas para alcanzar sus más básicas peticiones: empleo, vivienda, sanidad, educación y pensiones. Si un socialdemócrata de postguerra levantara la cabeza, creería estar soñando con semejante panorama. Y no un sueño dulce, sino una auténtica pesadilla. 

domingo, 22 de mayo de 2011

LA DEMOCRACIA DE ROUSSEAU

Los ingleses se creen libres. Están terriblemente engañados. Son libres cuando eligen a los miembros del Parlamento; en cuanto éstos han sido elegidos, el electorado se esclaviza; no es nada.

                                                                 J.J. ROUSSEAU
                                                    
 
 
       He aquí una cita de un autor incómodo de ideología incómoda con el poder establecido, y que en el día de hoy y  lo ocurrido desde el15M nos ayuda a entender muchas cosas. El señor Tiburcio, aunque sienta más afecto por el moderado y sensato Locke, no puede dejar de sentir un cosquilleo de emoción con la cita que abre paso a la democracia radical, esa "democracia real" de la que tanto se habla en nuestro país durante los últimos días. Lo que pasa es que no todos los días pueden ser tempestad, ni las plazas públicas serán el ágora eterna. Está por ver lo que pasará a partir de hoy, cuando Mr. Locke regrese a la arena política y tome  nota -o no- de lo dicho en estos fructíferos días de tormenta.

DÍA DE REFLEXIÓN

Un interesante mensaje en la plaza de Cáceres...

miércoles, 18 de mayo de 2011

REACCIONES

         Aquí describo la actitud de la clase política que el señor Tiburcio ha visto en los medios de comunicación y cómo ha evolucionado ante el 15M. La primera reacción en los primeros días, la arrogancia. Es la respuesta del que no quiere reconocer el problema porque no se siente amenazado. El siguiente paso es el paternalismo. Es la misma aversión disfrazada de compasión: estos pobres antisistema nada saben de la política profesional. La tercera fase es  la manipulación. Las conjuras aparecen como la causa de estos movimientos de pobres indignados, movidos por oscuros hilos conspirativos, y pasamos de ahí al descrédito absoluto. La cuarta está por verse: la esperanza para muchos está en el tópico panta rei, dejar pasar el tiempo y que se diluya con los resultados electorales. Millones de votos sepuntarán bajo tierra cualquier ausencia de legitimidad para los grandes partidos  y la mayoría silenciosa impondrá su sentencia sobre estos puñados de lunáticos atrevidos e idealistas.
La otra alternativa ni se menciona: que los problemas denunciados entren en la agenda política institucional. Ni qué decir tiene que así es como debería funcionar una democracia real, pero no creo que la clase política esté en condiciones de recibir semejante carga y… ganarse el sueldo, dicho sea de paso. Al fin y al cabo, no es la labor de los ciudadanos resolver los problemas, sino formularlos. Para intentar solucionarlos se paga a los políticos, y generosamente.

lunes, 16 de mayo de 2011

UNA CITA DE ACTUALIDAD

"El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa."


                             Karl Marx y Friedrich Engels





Jamás creí que una cita de Marx volviera a tener una actualidad tan rabiosa como esta del Manifiesto Comunista. Y conste que lo digo sin ninguna alegría por mi parte, porque en nuestra ingenuidad creíamos haber enterrado bien esta frase en las profundidades de la historia. Pero lo cierto es que esta píldora que condensa buena parte de la teoría del materialismo histórico contiene también muchas de las críticas que subyacen a las manifestaciones del día 15. En primer lugar que el estado democrático ha dejado de ser independiente y se pliega a los intereses económicos mucho más fuertes a escala global. Segundo, que el estado ha dejado de representar los intereses de la sociedad civil. Tercero, que frente a la incapacidad de respuesta de esa sociedad civil, los intereses económicos sí parecen estar bien coordinados entre ellos. Y cuarto, y este es el más complejo y temible: que detrás de toda esta crítica puede reabrirse tímidamente la lucha de clases. Sin necesidad de ser un marxista recalcitrante, es difícil no estar de acuerdo con la vieja cita del Manifiesto

viernes, 13 de mayo de 2011

EL MUNDO FELIZ ESTÁ AQUÍ

Clones virtuales del conocido agente Smith.
        No creo que haya nadie que hoy lea los primeros capítulos del clásico libro de Un Mundo Feliz, sin sentir cierto estremecimiento y no reflexione un instante en qué medida aquella sociedad futurista descrita en 1930 por un visionario se parece a la de nuestros días. Las imágenes de Huxley sobre la manipulación genética o la clonación se han convertido en referentes básicos para obras de culto del cine, la literatura, el manga, y el mundo de la ciencia ficción en general. Durante mucho tiempo la ciencia ficción nos ha mostrado las caras más oscuras de la biotecnología. Ejércitos de clones en Star Wars, experimentos genéticos siniestros en Akira, rebelión del androide en Blade Runner o del clon en The Island… la lista se puede hacer interminable.
       Con cierta lógica, un autor denominaba a todo esto “clonoficciones”. Alertan a la sociedad sobre los elevados riesgos que suponen la biotecnología para la propia humanidad e imaginan apocalípticos escenarios donde imperan nuevos tipos de esclavitud humana basados en la reproducción y manipulación genética. A diferencia de lo que el imaginario colectivo puede suponer, este panorama es, aunque no imposible, bastante improbable. Imaginar un mundo de clones uniformados, como en Un Mundo Feliz o Star Wars, supone ignorar reglas básicas de la naturaleza. Adaptar la clonación como forma básica de reproducción sería el suicidio biológico del ser humano en escasas generaciones, al renunciar a la recombinación y variabilidad genética que permite la reproducción sexual. Crear clones para ser alimentados y utilizados en el periodo adulto, como en La Isla, supone ignorar los actuales avances científicos en el campo de las células madre, que hacen innecesario ese gasto de mantenimiento con los riesgos de una sublevación social.
      Los grandes riesgos de la biotecnología no aparecen a simple vista: se producen en el ámbito casi microscópico, a nivel celular y genético y no de fenotipos ya construidos. En laboratorios, eso sí, con científicos no siempre escrupulosos, pagados por intereses económicos privados, y sometidos por leyes restrictivas que en ocasiones no se aplican con suficiente firmeza. En esto las “clonoficciones” recrean escenarios posiblemente no tan alejados de la más dura realidad.

       Pero es lo primero, el ámbito micro, lo que hace los riesgos de la nueva tecnología más invisibles no solo a nuestros ojos biológicos, sino también a nuestras lentes culturales, acostumbrados al efectismo de las películas y a lo macro. Efectivamente, no es lo mismo trabajar con un cuerpo visible que con lo que eufemísticamente denominan las leyes europeas “preembriones”: un cigoto de catorce días, todavía no implantado en el útero, que está sometido a posibles divisiones, pero que tiene ya una programación genética perfecta y detallada de lo que va a ser el futuro ser humano: desde el color de sus ojos hasta su nivel de inteligencia o su futura propensión a la violencia o al afecto. Es en estos preembriones donde hoy en día se construye la ciencia ficción del siglo XX: selección genética, clonación “terapéutica” e investigación de células madre se producen en buena medida en esos primeros y ambiguos estadios de una vida humana. El debate ético entra con fuerza en todo este abanico de posibilidades científicas pero naturalmente, no con la fuerza que supondría imaginar como reales las “clonoficciones”. Y la razón es clara: ¿es el preembrión un ser humano, con toda la dignidad moral y protección legal que supone ese sustantivo? ¿O más bien se trata de un estado anterior, una materia animada, una mera acumulación celular con una valiosa carga genética apta para ser utilizada en aras del bien de la humanidad? La primera afirmación supondría cortar de raíz la biotecnología y renunciar al progreso de la medicina futura y la mejora de la vida de los hombres. La segunda supone asumir el riesgo de una tecnología que, efectivamente, puede llegar a convertir en realidad Un Mundo Feliz por la puerta de atrás. Y por donde nadie lo puede ver, por la manipulación de los diminutos cigotos humanos.
           Parece que la sociedad occidental ha optado por el riesgo: renunciar a la dignidad humana en sus estadios primarios y buscar el supuesto beneficio universal de la investigación científica. Falta por ver si en la primera renuncia, va también el renunciar a lo que Hans Jonas entendía como el “principio de responsabilidad”: el jugar con fuego sin llegar a quemarnos nosotros mismos. Pero eso no podremos escucharlo nunca con la viva voz de la experiencia. Lo juzgarán los libros de historia que se escriban en las siguientes generaciones. Y -quizás- hablarán ante el silencio cómplice de tumbas que ya no pueden enmendar los errores del pasado.

miércoles, 11 de mayo de 2011

OTRA CHARLA DE BIOTECNOLOGÍA

Y aquí aparece la segunda charla que ofrecimos en nuestro colegio. Nos ha llevado un buen trabajo, tanto al señor Tiburcio como a mí,el esclarecer tantas posiciones y puntos de vista en una sola presentación.

domingo, 8 de mayo de 2011

OPORTUNIDAD PERDIDA

- ¿Qué piensa usted de Bin Laden, señor Tiburcio?
- Otra oportunidad perdida para demostrar la supuesta superioridad moral de occidente frente a otras culturas. Tan solo eso.

domingo, 1 de mayo de 2011

¿SE PUEDE PRESCINDIR DE SORTU?

      Esta es una pregunta que nos hacemos de una manera teórica, en el marco de una democracia bastante asentada ya y que no corre el riesgo de sufrir un revés irremediable a través de un golpe de estado o el ascenso de un partido político. Si una asociación de la sociedad civil pide una representación política, es de recibo que una democracia consolidada se lo conceda. No podemos dejarnos guiar por perjuicios, recelos o cortapisas por muy fundados que estos puedan ser. Como mínimo, hay que dejar a los jueces que tomen la decisión sin injerencias ni presiones políticas de por medio.
     Quizás muchos miembros de Sortu tengan la idea de la democracia española como una democracia capitalista, colonialista y opresora, y que la entrada en el juego político sea una pura estrategia para reforzar posturas terroristas en nombre del independentismo. Quizás existan muchas voces discrepantes en esa organización que cambian poco a poco esa posición dogmática y logran invertir esa veja tendencia (si una cosa nos enseña la historia es que los dogmatismos eternos también tienen fecha de caducidad). La inserción política va a hacer que esos debates internos se hagan más agudos: si se nos permite la expresión, con Sortu no inyectamos el terrorismo en la democracia, sino al contrario: inyectamos democracia en las venas resecas de un terrorismo cada vez más anacrónico. Dar cabida a voces discrepantes se convierte en una obligación moral, si no queremos que nuestro sistema político se convierta en una democracia vigilada. Las razones que podemos dar son varias:
     En primer lugar, una democracia vigilada (donde los censores imponen quién debe actuar y quién no en la esfera política) solo podría darse en condiciones muy especiales, pero no precisamente en el momento actual en el que un problema político como la violencia nacionalista tiende a su paulatina desactivación. No estamos en la república de Weimar con un partido nazi a punto de abolir el estado de derecho ni tampoco somos la España de la Transición en las que los riesgos de golpes militares eran inminentes. Es más: la creencia de que nuestra democracia está vigilada no hace sino retroalimentar la voz de los que se creen oprimidos.
Una manifestación del País Vasco en los últimos días.
Fuente: Gara
    En segundo lugar, existen resortes legales para dar marcha atrás, si la ley de partidos y asociaciones políticas deja de ser cumplida o si se demuestra uno de los mayores miedos, que Sortu se convierta en fuente de financiación para el terrorismo. Es precisamente por esto que nuestra democracia debe ser generosa: sabe defenderse perfectamente ella misma sin necesidad de censores ni salvadores.
     En tercer lugar, no deja de ser sospechoso que aquellos que con más afán se oponen a la ilegalización, hayan sido herederos directos de una generación política colaboracionista e integrada en el anterior régimen franquista y que todavía en el día de hoy sean incapaces de hacer un manifiesto condenatorio de dicha dictadura. Por otras razones podríamos plantear la exclusión de la esfera política de todos aquellos políticos y dirigentes que tengan abiertas causas con la justicia o estén imputados en temas de corrupción. La legitimidad moral de todos ellos para hablar abiertamente sobre el tema nos parece más bien escasa.
    Siguiendo a lo anterior, tendríamos que indagar en todo tipo de intereses que convergen en muchos partidos políticos para mantener la ilegalización de un partido radical. Los grandes partidos van a encontrar una demagogia electoralista excelente en su propia lucha por el poder, los partidos nacionalistas más moderados un granero de votos del que no quieren prescindir. Siempre somos capaces de ver los intereses ocultos de nuestros enemigos, pero nunca de asumir críticamente los propios. 
    Y por último, mantener fuera de las fronteras democráticas a una opinión determinada, por arriesgada que ella sea, no nos permite conocer la magnitud del problema, su fuerza social o su número de votos. ¿Estamos hablando de un decreciente puñado de votos o de una creciente fuerza social? Mientras no tengamos un resultado en las urnas ni en la sociedad civil, no sabremos la respuesta.
   Con todo lo dicho, alguien podría pensar si el que escribe es simpatizante del nacionalismo. No solo rechazo un nacionalismo intransigente: tiendo a considerar más bien que todo nacionalismo es un residuo identitario que está haciendo a toda Europa perder el último tren en la historia. Pero esto es una opinión, y una mera opinión no me permite excluir a partidos políticos ni otras opiniones, por equivocadas que pueda creer que están. En los últimos años se ha controlado al nacionalismo violento con las armas. Pero eso, contra lo que muchos creen,  no conduce a una derrota ni una victoria definitiva. La derrota solo se conseguirá cuando las urnas suplanten las pistolas, o como decía el orador romano, "la toga se imponga a las armas".