Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

STEPHEN HAWKING: HACIA UNA "CIENCIA DÉBIL"

Congreso de filósofos postaristotélicos. Habrá que añadir al
grupo a todos los físicos teóricos? (Oceanario de Lisboa).
     Pensaba yo encontrar en los últimos escritos de Hawking una manida polémica sobre Dios y me he equivocado. En su lugar me encuentro con una valiente declaración filosófica de principios herética y demoledora con nuestra visión tradicional de la ciencia. Como no podía ser de otra forma, Hawking lo hace criticando a la vieja filosofía, a la que considera digna de ocupar un ataud entre el saber humano, y poner en su lugar las innovaciones de la física teórica. Recogiendo las ideas de su último libro, en la revista Investigación y Ciencia de este mes aparece una síntesis de lo que Stephen Hawking denomina de forma eufemística "realismo dependiente del modelo". La posición científica es la siguiente: tenemos que olvidarnos de encontrar una teoría unificadora de la realidad física. La teoría de cuerdas no es única ni singular, sino que tiene cinco formulaciones distintas: todas apuntan hacia la descripción de un mismo objeto, pero en condiciones o "interpretaciones" diferentes.
      Hawking plantea la posibilidad de que la posición epistemológica del realismo científico del siglo XX sea en el fondo una vana ilusión de los hombres que buscan un orden absoluto. Con mucha tranquilidad, el físico defiende que el punto de vista del observador también influye en el conocimiento de la verdad, así como lo que se quiere observar. basada en la idea de que "nuestros cerebros interpretan los datos de los órganos sensoriales elaborando un modelo del mundo". La metáfora que plantea para defender su postura no es nada nueva: equipara las teorías de la física con los diferentes mapas que hacemos de tierra, a distintas escalas e intereses. La tierra está ahí, pero nuestra perspectiva cambia. Uno tiene dudas de si esto no significa un regreso a un idealismo matizado (si cambiásemos la palabra "cerebro" por "conciencia"), o un instrumentalismo pragmatista, del que naturalmente nadie quiere oír hablar, al menos por parte de los científicos.  Naturalmente las bases para una presunta objetividad científica saltan, al menos teóricamente, por los aires: ahora una base matemática (o podríamos decir lógica) fiable valdría para aseverar cualquier tipo de cosa. Y de la misma forma que los cinco modelos explicativos de la teoría de cuerdas son igual de válidos, tampoco Copérnico tendría más razón que Ptolomeo a la hora de explicar el universo: tan solo propuso una teoría matemática más sencilla y por lo tanto más aceptable, siguiendo los principios de economía del pensamiento.
        Aseverar todo esto, y pensar que aquí no ha pasado nada, supone no afrontar el gran cambio filosófico que nos propone Hawking, aunque para él, nuevamente, la filosofía no tenga nada que decir. Por de pronto, lo que denominábamos el "pensamiento débil" que se había instalado en la filosofía desde los setenta, y que negaba la imposiblidad de asentar una base ontológica fiable, estática y libre de la contingencia a nuestros juicios filosóficos, se podría trasladar a una ciencia que ve imposible el sueño de encontrar una teoría unificadora para la física. La ciencia se ha hecho también un poco más "débil", sin que suponga esto desprecio alguno hacia ella.

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