Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

viernes, 19 de febrero de 2021

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Creo que la gente no valora o no entiende lo suficiente el silencio en las redes sociales más personales y cercanas. Cuando uno ve estupideces en el whatsapp de grupos diversos, por ejemplo, tiene dos opciones: o quedarse en silencio o aplaudir la ocurrencia. Como somos educados o sencillamente esperamos una respuesta igual para nosotros en el día de mañana, habitualmente contestamos de forma halagadora, incluso aunque nos parezca estúpido y vulgar. Frente a esto, el silencio es una respuesta igualmente educada pero quizás demasiado ambigua ante la estulticia mayúscula que se despliega entre nuestros contactos. Por desgracia el silencio no es lo suficientemente asertivo y no penaliza tanto como una rotunda respuesta negativa. Evitamos los dardos más descarnados y nos lo quedamos para dentro. Y finalmente, la persona que lanza este mensaje cree en su éxito, reafirma su postura y reincide en sus estupideces, como las ratitas de Skinner ante un refuerzo positivo.

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