Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

jueves, 18 de junio de 2009

ESPERANDO A EUROPA.

Han pasado las elecciones europeas y un malestar me embarga. Europa es el único sueño político que tengo y lo que pasa a mi alrededor me hace sentir un iluso y un ingenuo. En las elecciones europeas la única perdedora ha sido la propia Europa. Despreciada en cada país, sometida a discusiones locales y a luchas políticas internas, todos los analistas están de acuerdo en una cosa: los dos partidos fundadores de Europa, la democracia cristiana y la socialdemocracia, han perdido posiciones. Ante esta catástrofe, empiezo a plantearme si la democracia es un sistema político adecuado para levantar Europa y si esto tiene alguna salida posible.

Para hablar de Europa hoy en día, voy a buscar un paralelo en mis queridos griegos y de uno en singular, Demóstenes. Todos sabemos lo que fue Grecia: cuna de civilización para muchos, desarrollo artístico, científico y filosófico sin rival en su época. Y todo eso nació en esa conjunción histórica que se llama la polis griega, prácticamente sin igual en su mundo. Eso le dio su poder, pero aquello que da poder en un momento de la historia, lo quita en otro. La unión que hizo posible sobrevivir a Persia, no volvió a repetirse contra Macedonia o contra Roma. Ya podía Demóstenes desgañitarse en el ágora de Atenas a favor de la unión de los griegos y en contra de Filipo de Macedonia, algo razonable, consecuente y clarividente. Las mezquindades particulares y la larga tradición de traiciones entre las distintas polis hicieron imposible esa unión necesaria. Y Grecia acabó sucumbiendo, o al menos, la polis.
En fin, todo esto ya lo vio Hegel: el espíritu universal, racional, que atraviesa la historia, es inquieto, va saltando de una civilización a otra, y cuando los frutos maduran, tienen que pasar a otro lugar. Spengler le puso a la historia una visión más instintiva y metafórica, y podríamos decir que Hitler después le añadió su rostro más criminal con su "destino manifiesto". Pero la idea, sin necesidad de caer en filosofía empalagosa ni en teorías evolucionistas, parece ser la misma: lo exitoso en un momento histórico determinado se vuelve en nuestra contra en otra circunstancia. Y me pregunto si esto es lo que le puede ocurrir a Europa en los próximos años.

La sensación que da Europa para los propios europeos es que va quedando obsoleta, perdiendo oportunidades una detrás de otra. Uno haciendo uso de su razón es consciente que necesitamos una Europa fuerte y más unida para afrontar el siglo XXI. Pero somos incapaces de identificar el "nosotros" con el de un alemán o un francés. Europa es buena en la medida que buscamos un beneficio común o en la medida que puntualmente nos beneficia en una negociación con otros adversarios europeos, pero no nos damos cuenta que eso implica sacrificios locales (es decir, nacionales, regionales) y no somos capaces de salir de nuestros intereses más localistas. Naturalmente esa comunidad cuesta, y se firma muchas veces con sangre: Recordemos que Estados Unidos construyó el "nosotros", con una guerra de secesión, pero parece ser que a Europa no le ha bastado la experiencia del nazismo para construir esa comunidad general con la fuerza que necesitamos ahora.

En conclusión, los europeos no hemos podido superar nuestra pesada carga histórica, a pesar del enorme esfuerzo que ha supuesto levantar la Unión Europea. Está claro que casi mil años fomentando los estados nacionales pasan factura: no permiten cambiar una fuerte tradición cultural, imposible de borrar de la noche a la mañana y que además ha sido sumamente exitosa hasta hace bien poco. Pero admitámoslo entonces: lo que antes permitió ser la avanzada del mundo, ahora se convierte en una rémora. Y lo irónico del asunto es lo mismo que se planteaba Demóstenes para los griegos rivales: si nos comparamos entre nosotros los europeos, podríamos decir que compartimos un "genoma cultural" del 95%, y sin embargo, ponemos tal énfasis en esas diferencias que acabaremos convirtiéndolas en las semillas de nuestro suicidio colectivo. Tal vez porque en ese genoma cultural esté escrito que la esencia del europeo es ser francés, en el peor sentido de la palabra: chovinista, etnocéntrico y cateto.
Demóstenes (siglo IV): el pobre pudo superar su tartamudez, pero no realizar su sueño de una Grecia unida.

1 comentario:

  1. Hola, como no tengo tu mail, te dejo aquí estos enlaces. Borra el comentario después, o se auto-destruirá en 30 segundos, 28, 27, 26...
    Por fin tus dos grandes pasiones en una:
    http://www.youtube.com/watch?v=EiB7gsckzSE

    Y el BIC 01 de exTreBeO:
    http://extremaduracomic.blogspot.com/2009/06/bic-n-1.html

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