La actual vivienda de nuestro distinguido personaje.
Señoras y señores, tapénse los ojos con el personaje que tenemos aquí. Ni más ni menos, 2500 años después, el señor Diógenes está aquí presente con nosotros y ha tenido a bien concedernos una entrevista para nuestro blog. Lo encontramos en los restos de una casa okupa, mascando una raíz, y preparando unas setas que se ha encontrado en el parque.
Ent.: Usted es una persona conocida en el mundo entero por su amor a la basura.
Diógenes: No, no te equivoques. Yo no amo la basura. Me resulta completamente indiferente para mí.
Ent.: Pero una enfermedad tiene su nombre...
Diógenes (suspira): Ya, ya me he enterado. En fin, supongo que me lo habré buscado, pero no era mi intención pasar por el personaje más guarro de la historia.
Ent.: Tiene algo contra la higiene personal?
Diógenes: No. Lo tengo solo contra los afeites, lociones, colonias, piercings y tatuajes. Vomitaría sobre todos aquellos que embellecen su cuerpo para no aceptar el paso del tiempo.
Entr.: Se cuenta que tuvo problemas con las autoridades de su ciudad...
Diógenes: Joder, miles de años repitiendo la misma historia. Vamos a ver, me echaron de mi ciudad por no querer hacer lo que vosotros llamáis el servicio militar. Negarse a eso es como morir en vida. Pero, ya ves, murió toda mi familia, y no tenía nada que me apegara en aquella tierra. Me pregunté: y por qué no veo algo de mundo. Algo que me aleje de mis provincianos ciudadanos.
Entr.: Y embarcó.
Diógenes: Y efectivamente, embarqué. Y fue cuando me cogieron preso los piratas. Aquella experiencia me enriqueció mucho. Me di cuenta de lo sencillo que era sobrevivir con tan poco, y seguir siendo feliz. Los piratas me admiraban porque era capaz de resistir cualquier penalidad sin inmutarme lo más mínimo.
Entr.: Después llegó la liberación.
Diógenes: Sí, y mi llegada a Atenas. Caí en gracia a mi libertador, y un tiempo después, me concedió todos sus bienes.
Entr.: Eso, aparentemente, está en contra de toda su forma de entender las cosas.
Diógenes: Efectivamente, ahí tuve que hacer la gran opción de mi vida. No sé si me creerás si te digo que estar con esos bienes, gozar de una casa y una reputación se convirtió en una cárcel mucho peor que la de los piratas.
Entr.: Y de ahí pasó a pasearse por la ciudad en tinaja y viviendo como los perros.
Diógenes: Más o menos. Pero era libre. La libertad es un sueño por el que hay que darlo todo.
Entr.: Es cierta la historia que cuentan de usted con Alejandro Magno?
Diógenes: Solo en parte. Es cierto que ese tipo me prometió el oro y el moro, pero yo no estaba interesado en esas cosas. Tan solo le pedí que me dejara en paz y me dejara disfrutar del sol. Le pregunte, puedes darme el sol, eh, si no puedes, ya te vas por donde has venido.
Entr.: Pero eso es lo que se dice de usted.
Diógenes: Sí, pero luego no cuentan que los esbirros de Alejandro me sacudieron y me rompieron la tinaja donde vivía. El tío no era de esos a los que puedes humillar así como así, entiendes...
Entr.: Se sintió humillado ese día?
Diógenes: humillado, no por favor. De hecho, le debo un favor: me ayudó a quitar el último amor que me quedaba entonces, la tinaja. Empezaba a sentirme demasiado apegado a aquello.
Entr.: Veo que ha cambiado su tinaja por el neumático gigante en una casa ocupada.
Diógenes: viene a ser lo mismo. Me interesa siempre estar en los márgenes de la sociedad.
Entr.: No echa de menos el amor?
Diógenes: El amor genera ataduras. Cuanto más amas una cosa, más miedo tienes de perderla. A largo plazo, el amor es sufrimiento. Sufrimiento para ti, y también sufrimiento para aquellos que te aman.
Entr.: No a la guerra?
Diógenes: La guerra es de idiotas. A mí que no me vengan, quien va a la guerra, va porque quiere. Mira al Russell, ese no quiso ir a la guerra, y pum, enchironado. Pero no fue a la guerra.
Entr.: Una palabra que le defina.
Diógenes: Indiferencia. Ataraxia. Paz interior.
Entr.: Otra gente le definiría de otra forma: se le acusa de ser un provocador y gustarle la polémica.
Diógenes: Como comprenderás, lo que piense el resto de la gente de mí... me importa más bien poco.
Entr.: Sobre la religión.
Diógenes: Mi compañero Nietzsche ha dicho todo lo que tenía que decir al respecto. En cualquier caso, guardo mucho respeto hacia el budismo.
Entr.: Una última cuestión. Cómo ve el mundo en nuestra época.
Diógenes: Una puta mierda. Volver a vivir para ver esto no merecía la pena. Nunca he visto hombres más sometidos a las más variadas de las obsesiones. Tú mismo, esperando que su entrevista sea vista o leída por gente, pendiente de un salario. Estás conmigo tres días y te hago el mejor de los perros.
Entr.: no lo creo posible.
Diógenes: La verdad es que yo tampoco.
Oh my god! ö
ResponderEliminarme ha encantado, Angelillo!!
Que te lo pases bien en Madrid, que te guste el musical, y que encontreis un precioso nombre para vuestro precioso retoño :P.
Saludos!
Gracias, Anais... Me encanta este personaje, y me recuerda mucho a mis viejos amigos holandeses.
ResponderEliminarMe temo que lo del nombre va a ser complicado. Lo de Madrid, el musical ha sido un espéctaculo adolescente total: música, baile y mucho sexo.
¡Angelillo, felicidades! Me acaba de decir David que va a ser niño. ¡Enhorabuena! :-D
ResponderEliminarGracias Alberto! Y no te preocupes tanto por Platón, está tirado.
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