Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

miércoles, 17 de junio de 2009

EN TORNO A LOS LIBROS DE LOS CIENTÍFICOS

Están de moda los libros de biólogos, neurólogos o divulgadores científicos que plegándose a los últimos descubrimientos inspirados en la genética, la neurología pretenden descifrar los últimos interrogantes que le quedan a la ciencia y despejar las últimas nubes “metafísicas” que sobrevuelan el espíritu de los hombres. Reconozco que soy adicto a este tipo de libros y me seduce esa forma tan rápida, segura y firme de despachar al ser humano como un engranaje bien preparado por la evolución biológica. Pero yo personalmente tengo mis dudas sobre la certeza absoluta de sus opiniones.
A los libros de divulgación de Richard Dawkins, Punset, Sapolswki y compañía se podría comentar en cuatro argumentos: la sencillez, el análisis, la práctica y lo cotidiano.

1. Lo sencillo siempre es más atractivo para la verdad, y por supuesto, vende mucho más. Desde los tiempos de Occam se nos viene repitiendo que la verdad siempre busca la forma más sencilla para vestirse. Sin embargo, en la naturaleza del ser humano la complejidad forma parte de su propia esencia, y la sencillez equivale a mantener un reduccionismo.

2. El análisis no es siempre la mejor herramienta para interpretar la realidad. La reducción de la complejidad a sus componentes no siempre alcanza el objetivo de encontrar la mejor explicación. Los científicos de la naturaleza han mirado demasiado la realidad a través de lentes microscópicas y se han olvidado de enfoques como la teoría de sistemas, la cibernética o la ecología, por no decir la totalidad de las ciencias sociales. Si el organicismo decimonónico trajo distorsiones graves de la realidad, el afán analítico ha traído también defectos.

3. Defender una teoría monista (las construcciones mentales reducidas o determinadas por nuestra biología) no es una opción neutral: puede modificar nuestra conducta. Como los mismos seguidores de estas escuelas deben saber, estar persuadidos de tener una verdad absoluta sobre algo condiciona psicológicamente nuestro comportamiento cotidiano. Manejar un lenguaje sobre la verdad, implica después una práctica social consecuente con esa práctica. Negar por ejemplo la libertad del hombre implica poner en entredicho muchas construcciones que se han hecho contando con dicha libertad, como son los derechos humanos o la misma democracia.

4. La verdad muchas veces se pone en entredicho si no lo respalda la vida cotidiana, siempre más compleja. Estamos obligados a vivir una gran mentira, o esa mentira sea tal vez la gran verdad. Aunque la libertad no exista, el hombre tiene que inventarla para subsistir. Con razón Hume o Wittgenstein no daban demasiada importancia a lo que la filosofía (o la ciencia) pudiera sacar en claro. Lo realmente importante siempre quedará fuera de su análisis o no será lo suficientemente convincente a nivel vital.

Esto no es nada nuevo, la verdad: viene repitiéndose con cada oleada de triunfalismo científico, desde la época de Descartes y Pascal. Pero que tenga que repetirse cada cierto tiempo constituye algo realmente engorroso.

2 comentarios:

  1. muchas veces ese intento de simplificar reducen la verdara eenci pero fcilitn su comprnsion y analisis.


    P.D.:perdon pr la letra

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  2. Indudablemente sí, y esa es en parte su gran virtud: Hacer cercanos este tipo de temas al público en general. Yo me reconozco lector de estos libros divulgativos y disfruto con ellos, pero también hay que ser un poco rigurosos con algunas temas.

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