Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

jueves, 9 de septiembre de 2010

8 DE SEPTIEMBRE: LA IDENTIDAD AUSENTE DE EXTREMADURA.

Extremadura: destino incierto.
Ha llegado el día de Extremadura y más de uno se pregunta si el día de nuestra región merece una conmemoración especial. Y no meramente por una cuestión económica, en estos tiempos de crisis, sino también identitaria. Hay que reconocerlo: no hemos tenido suerte en la historia. En la construcción de identidades nacionales y culturales, Extremadura iba en el furgón de cola de toda la península ibérica. Cuando distintas zonas de la península -Cataluña, Galicia, País Vasco, pero también Lisboa, Castilla, Navarra o Madrid...- iniciaban un salto identitario que los introducía en el mundo moderno, Extremadura permanecía en la más oscura Edad Media. Y es que nuestra región ha tenido todas las variables para tener una identidad negativa. Con esto quiero decir variables que en lugar de permitir un desarrollo identitario, lo obstruye o limita.  

Partamos que todo puede convertirse en identitario. El dialecto jurdano, el jamón, la dehesa, o los conquistadores son tan buenos referentes identarios como el gallego,  la tortilla de patatas o la revuelta de los segadores. Pero los factores que hicieron que una lengua medio perdida y sinónimo de catetismo se convirtiera en  un referente nacionalista, como ocurrió con el euskera, no se dieron en Extremadura para hacer lo mismo con el castúo. Lo que ha hecho de nuestro dialecto el sinónimo de "cateto", "mal hablado" o "ignorante" ha sido este fracaso. No hay que sentirse avergonzado ni acomplejado por unos referentes identitarios y no otros: todos pueden llegar al mismo nivel de estupidez colectiva (si fuéramos extraterrestres o franceses nos reiríamos de todos a partes iguales). 

Permítanme ahora una versión analítica y aburrida de este fracaso:
a) Causas geográficas y ecológicas. Un pueblo se siente identificado con su paisaje. Cuando entramos en Galicia o el País Vasco las fronteras naturales y los límites ecológicos marcan el paso de un paisaje y la sociedad que vive en ella percibe ese cambio. Extremadura es meramente una prolongación del centro de Portugal en términos paisajísticos y ecológicos. La esencia de Cáceres y Badajoz tiende a difuminarse conforme llegamos a las regiones límitrofes al norte y al sur. Y es que las identidades de la península tienen un compomente parecido al de la teoría de la evolución: los límites geográficos marcados, como las montañas, tienden a crear más endemismos culturales que las regiones abiertas.  
b) Causas demográficas. Para que haya identidad, tiene que haber un grupo de hombres. Extremadura tuvo mala suerte: cuando llegó la Reconquista aquí, en el siglo XIII, apenas había hombres con los que poblar estas tierras. Extremadura era un desierto humano. Con el tiempo nuestra región empezó a tener una identidad, pero una identidad con reverso negativo: la tierra de la que había que salir para triunfar personalmente. Los conquistadores fueron el perfecto ejemplo de ello. 
c)  Causas históricas. Y he aquí, como seguidor de Gellner que soy en estas cuestiones, donde radica el factor más importante, aunque es una continuación lógica de las anteriores. Extremadura llegó al siglo XIX vacía, con un puñado de diminutas ciudades que mantenían conexión con el mundo exterior, pero que poco podían hacer para  cambiar un desierto rural medieval. No hubo élites propias, no hubo Revolución Industrial  y entonces ya Madrid estaba imponiendo su disciplina a las regiones pobres, imitando a Francia. Si miramos las ciudades extremeñas y las comparamos con las de otras regiones, nos daremos cuenta que el XIX es el siglo de la ausencia: apenas queda rastro histórico de su presencia. Y no tener fuerza en ese siglo significa en el occidente europeo perder el control de una identidad colectiva. 

Y en este marasmo, llegó la España de las autonomías. Algo interesante e imprescindible desde muchos puntos de vista, pero que para las identidades de algunas regiones, deja mucho que desear. No podemos crear futuro de donde no hay pasado. El presente no basta para construir una identidad colectiva, aunque en estos casos, el poder político, la educación y los medios de comunicación quizás todo lo puedan. Sí, tenemos un canal de televisión autonómico y en los exámenes de selectividad se preguntan por cosas tan absurdas ocmo el queso del Casar o la figura de Donoso Cortés. Me pregunto si lo único que logramos de ello es una gran espejismo o una monumental farsa.    

2 comentarios:

  1. Estoy al 100% de acuerdo contigo con el artículo que acabas de crear. Una maravillosa disercción sobre la Historia Contemporánea de Extremadura que merecería algo más que este breve artículo. Parece que el presente nos acerca, en estos temas, a los castellanos - leoneses y extremeños, porque si es cierto que vosotros no tuvisteis pasado, nosotros, desde la Transición no tenemos presente. Por tanto otra comunidad con problemas identitarios y de definición.
    Sólo añadir que el cierre en falso de identidades en el siglo XIX se convierte en un problema aburrido y caduco en el siglo XXI. Qué sentido tienen conceptos como la globalización o la Postmodernidad, vectores culturales, económicos y sociales (sólo la política está ausente) de nuestro tiempo si tenemos que definir un valor tan decimonónico y moderno como el gentilicio autonómico o nacional... Qué lucha.

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  2. Sabía yo que te iba a gustar. Y pensar que yo empecé siendo castellanista... Deseos de proyección sobre una sociedad entera de cuatro iluminados, supongo...

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