Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

domingo, 7 de marzo de 2021

99

     - El cielo sigue azul, no, ya no es azul. Es blanco, luminoso. Sí, se levanta la bruma en el horizonte y forma torreones blancos que ciegan las montañas del sur. La luz lo impregna todo, es más claro. El sol está alto, se despereza, cobra fuerza, pero todavía no pica, y aún hace frío en la sombra. La araña teje la primera tela sobre el pasto retoñado; las ranas y sapos salen de sus escondites y se esconden entre los ranúnculos, veo la primera lagartija en la luz del día arrastrandose sobre la roca gris.
    - ¿Y qué más, Henoc?
    - Las alondras se cortejan y cruzan la estepa; el mirlo canta al alba y el estornino al atardecer. Las aves del frío ya no están en los campos y la última grulla levantó el vuelo con el primer rayo de sol. El trigo ha crecido una cuarta pero aún no asoma la espiga.
    - ¿Y qué más?
    -  ¿Qué más quieres que vea, abuelo?
   - Lo que mis ojos vieron tantas veces. Los lobos. Dicen que son animales que han poseído el cuerpo de hombres caídos. Vuelven de las montañas, matarán nuestro ganado más indefenso, quemarán nuestras pallozas, violararán a las mujeres o se las llevarán al sur. Y cualquier día te llevarán a ti también.
    - Eso no lo ven mis ojos. 
    - Eso es lo que han visto los míos, antes de perderlos por intentar mirar a Dios a la cara, un crimen que no cometí. Reza para que no te lleven los lobos.  
    - Los lobos no han regresado. Nunca los he visto. Verás, las cosas se extinguen por dos razones. Cuando uno deja de buscarlas con intensidad, o si deja de creer en ellas.  
    - Hasta que ellas te buscan a ti. Cuídate de los lobos, querido nieto.
    Henoc parece escuchar un aullido lejano en el confín de la estepa. Pero no son los lobos, piensa. Los lobos no existen, murieron hace años, junto a los ojos de su abuelo, ahora repugnantemente vacíos, por querer mirar a Dios. Pero Henoc se da cuenta que el miedo también puede resucitar los monstruos desaparecidos. 
     El aullido es más limpio, el miedo más estremecedor. Los lobos han regresado y estarán aquí cuando el estornino detenga su canto. Cuídate de ellos, querido nieto. Cuídate de los lobos.
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario