Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

domingo, 1 de noviembre de 2009

LOS QUINTOS DE TORREORGAZ


Los hechos son los siguientes: aprovechándose de la vieja tradición de los quintos, unos adolescentes aprovechan para hacer gamberradas y acaban linchando con palos a una burra hasta matarla, con señales de vejamiento y crueldad indecibles. La burra aparece malherida y moribunda al día siguiente en mitad del pueblo, sangrando por la boca.

Una persona cualquiera se puede hacer multitud de preguntas por este acontecimiento. Cómo es posible que exista todavía esta falta de sensibilidad y ese regusto por la crueldad tan gratuita. Cómo es posible que jóvenes casi adultos actúen en completa impunidad, movidos por el alcohol y el aburrimiento. A cualquiera la noticia le sume en cierto pesimismo antropológico. Si una persona no es capaz de respetar un animal cercano y puede matar a sangre fría y por placer, difícilmente podrá entender retos éticos y ecológicos más abstractos. Me pregunto qué puede significar "cambio climático" o "desertización" para un individuo que acaba de cometer tales actos. Se encogerá de hombros y dirá que no es problema suyo.


Alguien podría decir que esto no es para tanto y establecer una línea tajante entre animales y hombres como seres con una dignidad distinta y reglas éticas diferentes. Pero aquí habría que reflejar muchos matices. No todos los animales son iguales: matar un mosquito no es matar un burro. Un mamífero es capaz de reflejar el dolor en su rostro y la persona que lo maltrata, saber perfectamente que le está haciendo daño. Si alguien es capaz de este maltrato, dudo que no se atreva alguna vez con alguien de su propia especie. Y por otro lado, los animales precisamente son más vulnerables que muchos humanos. No pueden defenderse ni enarbolar la bandera de la injusticia. No nos contestan ni pueden acusarnos de cobardía. Si tanta supuesta dignidad tiene el hombre, debería darse cuenta que precisamente es tarea suya la de respetar en la medida de lo posible las reglas del juego de la naturaleza.

3 comentarios:

  1. Aquí en Cáceres la indignación ha sido considerable.Y se está con el desánimo que esto ha ocurrido muchas veces y se repetirá.

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  2. Verguenza es lo que uno siente para estas ocasiones... Un espectáculo lamentable.

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