Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

lunes, 5 de octubre de 2020

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  ¡Qué razón tenía el viejo Soren! Una cosa es la libertad de pensamiento, y otra la libertad de palabra. En nuestro eón tecnológico, la primera debería ser estimulada, y la segunda seriamente restringida. Porque por desgracia hablar no implica pensar necesariamente.

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