Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

viernes, 2 de octubre de 2020

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 Enoch ascendió hasta lo más alto de los farallones del monte Ararat y contempló por última vez lo que tenía a sus pies. Desde allí se arrojó sobre la densa niebla que cubría el valle. No se supo más de él. Nunca nadie descubrió su cuerpo y por eso el Génesis asegura que fue el único ser humano que nunca murió, lo que no quiere decir que hubiese nacido inmortal. En el fondo tenía la inquietante sospecha de que su mente albergaba una gran mentira. Está confuso. Sueña con dios todos los días y conversa con él sobre todo tipo de temas, desde los más simples a los más elevados, pero cada vez que termina su conversación el mismo rostro de Dios le dice: "recuerda que esto es meramente un sueño hermoso".

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