No encuentro ningún libro que ofrezca una relación directa entre la sublimación de la masturbación en nuestra cultura y la lógica interna del capitalismo del siglo XXI aunque apuesto a que Zizek ya habrá discutido sobre todo esto. Más allá del auge de la pornografía y el sexo virtual, el onanismo tiene todo aquello que entusiasma al espíritu capitalista más desenfrenado: se adapta a las necesidades del individuo consumidor, es extremadamente eficaz para el que la practica, y sumamente barato en término de costes, ahorrando energía y mucho tiempo que de otra forma se malgastaría en incómodas relaciones interpersonales.
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