Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

sábado, 24 de octubre de 2020

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   Hablando con Javier Mariño el otro día, se me ocurrió después el único consejo posible para adolescentes inquietos: todo individuo debe romper con su tribu utilizando el gerundio con el que nos sintamos más motivados y capacitados. Lógicamente esto conlleva una crisis de crecimiento y la sensación (como sufren de forma recurrente algunos alumnos aventajados) de sentirse superior al resto de nuestra pequeña comunidad. Y es que el camino que conduce de la vergüenza del nerd al pertinaz orgullo de ser distinto es corto. Pero es una consecuencia inevitable del proceso, que también se supera con otro consejo: recordar que en el fondo sin los demás miembros de la tribu no somos más que una fiera salvaje (algo parecido a lo que decían los espartanos hacia sus futuros ciudadanos adolescentes) y acabarán huyendo de nuestra presencia si no contenemos el desdén.  

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