Es normal que en estas fechas se habla mucho de los mundiales de fútbol: el "deporte rey" por excelencia, y por si se nos olvida en algún momento, ahí están las banderas, las emisoras y los gritos de la aficción. Podemos brillar con luz propia en tenis, motos o baloncesto, pero lo que importa es el deporte rey, el que acapara más atención mediática y recursos económicos. Pero esta cabeza piensa el fútbol a la manera antropológica: porque en el fondo el fútbol, nos guste o no, es cultura, es poder y es comunidad humana. En el fondo el fútbol representa un canto de cisne de la hegemonía cultural europea. Sí, el fútbol reina sobre el mundo en la medida que el mundo sigue siendo europeo. Donde imperaron los grandes estados europeos y sus colonias ahí encontramos su influjo, con la excepción de las colonias inglesas, una paradoja importante si nos damos cuenta que el football nació en la propia Inglaterra. Pero si salimos del área de influencia europea, vemos que la importancia del fútbol es mucho menor de lo esperado. Exceptuando Japón y Corea, el fútbol es inexistente en la cultura asiática: en China, la India o Indonesia es un deporte minoritario. Tan solo Brasil actúa como la única potencia emergente en el que se mantiene esta fe futbolera. Y a pesar de los intentos de expandir el deporte por parte de las federaciones, el deporte rey no ha rebasado sus límites culturales.
Saquemos conclusiones: la decadencia de una civilización empieza con lo económico, acaba repercutiendo en lo político y finalmente termina siendo superado culturalmente en una síntesis novedosa. En Grecia los juegos olímpicos se mantuvieron durante un milenio, mucho tiempo después de que las ciudades griegas perdieran su independencia política y las cerámicas griegas dejaran de transitar por el Mediterráneo. Nerón, quizás el emperador romano más entusiasta de la cultura helénica, quiso participar en los juegos y acabó arruinándolos. El cristianismo acabó sepultando esa vieja idea helénica. Haciendo paralelismos históricos, hasta qué punto el fútbol representa la última resistencia europea al cambio de paradigma cultural en el mundo es una incógnita. De hecho, defiendo ya que el fútbol ha dejado de ser el deporte rey, la insignia mundial. Lo único que pasa es que los europeos todavía no nos hemos dado cuenta de ello, como de otras muchas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario