De forma casual me encontré en la biblioteca con unas memorias de memorias de Leopoldo Calvo Sotelo. Aunque el libro se extiende demasiado en querellas de partidos y luchas internas, encontré un diálogo digno de destacar aquí, entre el ex-presidente y Jordi Pujol, entonces ya presidente de la Generalitat.
"- Buenos días, presidente ¿cómo te va?
- Siempre lidiando problemas con el gobierno de Madrid.
- Y el día que no los tengas, seguirás gobernando tan cómodamente en Barcelona?"
Leopoldo Calvo Sotelo planteaba esa intuición en los años ochenta y su sombra se proyecta hasta nuestros días. Define a la perfección el dilema del nacionalismo moderado: incluso aunque algunos de sus dirigentes defiendan un compromiso estatutario o autonomista, un nacionalismo nunca podrá ser moderado porque siempre tendrá problemas para detenerse en un lugar determinado y confesar "hemos cumplido con nuestro programa: ahora debemos disolvernos". El deseo del poder es demasiado fuerte como para ser fiel a una ideología. Solo queda el posibilismo, pactos de compromiso y también las traiciones: la huida hacia adelante y la lucha por la independencia sin llegar a la independencia. La cuadratura del círculo.
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