Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

sábado, 9 de mayo de 2009

LA ENTREVISTA DE SOLÓN Y CRESO

Hace un par de días, acabábamos preguntándonos en clase por la esencia de la felicidad. Laura decía que era indefinible, y tenía razón. Yo no quería llegar a una definición cerrada, pero sí quería comentarles cuando podíamos hacernos la pregunta de haber alcanzado la felicidad. Y aquí me venía a la cabeza la fantástica conversación de Solón con Creso tal y como nos lo cuenta Herodoto, prácticamente en el inicio de sus Historias.

Creso, rey de Lidia , inventor de la moneda, fabulosamente rico para sus contemporáneos, se tenía a sí mismo como el hombre más feliz de toda la tierra. Nada le faltaba: hijos, un poderoso reino y fortuna. Precisamente para demostrar eso convocó a su palacio a quien estaba considerado como el más sabio de aquella época, Solón de Atenas, y le preguntó quién era el hombre más feliz de la tierra. Solón no vaciló,y habló de unos griegos oscuros, anónimos, que laureados por su valentía en ciertas batallas, vivieron en el respeto de sus vecinos y de la ciudad entera y habían alcanzado el final de sus días en total dicha.
Indignado por la respuesta, Creso expulsó a Solón del palacio, convencido que le estaba engañando. Al cabo de un tiempo, sin embargo, la dicha de Creso se convirtió en desgracia. Perdió a su hijo en una cacería, y después todo su reino con la invasión de Ciro el persa. Pasaron los años y la próxima vez que Creso vio a Solón el primero estaba reducido a la condición de un esclavo. Creso entendió entonces las palabras del griego: no podemos considerarnos felices por un instante de nuestras vidas, fugaz y pasajero, sino por la carrera de fondo que hacemos a lo largo de toda ella.

Cuántas veces, le decía a Laura y compañía, podemos creernos muy felices y cuando nos roban el origen de esa felicidad pasamos a ser desgraciados. Los más desgraciados si cabe, porque una vez tuvimos, y después lo perdimos todo. Esa sensación de pérdida, de expectativa frustrada es la más peligrosa a la hora de rebajarnos la felicidad. Por eso decía muy bien Laura que el dinero puede dar la felicidad, siempre que no te esclavices a él. En el fondo, el ideal de ataraxia, el estar por encima de las circunstancias, vuelve a tener su rincón en tiempos de crisis. Pero eso será motivo para otra entrada.

Herodoto en piedra pixelada: viajero incansable, buen escritor, historiador, antropólogo, filósofo. Mi héroe. Grande, muy grande.

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