Por una vez, me voy a meter en el papel de Reven y hacer algo de crítica de cine. Cine clásico, por supuesto, que es el que a mí me mueve. Si habíamos hablado del aniversario de 1984, esta tarde caí en el aniversario de una de mis películas favoritas: La Diligencia (Stagecoach). Si las cuentas no me fallan, se cumplen 70 años desde que John Ford rodó a todos los fenómenos que participan en la cinta. Cuando tenía diez años, la veía casi a diario en el viejo video de la casa de mis padres en la hora de la comida junto a mi hermana,y me recreaba viendo al joven Ringo Kid luchando con los apaches o en duelo a muerte con el pérfido Luke Plummer. Han pasado veinte años, la veo ahora en el sillón de mi propia casa, en DVD y en versión original y la sigo saboreando como el primer día, sacando otros detalles, otras lecturas. Si una película ha atravesado toda esa trayectoria en tu vida y todavía significa algo, quiere decir que te ha llegado muy hondo.
La Diligencia es más que un western. Es la primera y auténtica road movie, en el que un viaje une los destinos de personas de clases sociales dispares. El ataque de los indios apache y el enfrentamiento de Ringo con los Plummer no son más que un escenario perfecto para el análisis psicológico de unos personajes que en el fondo reflejan una sociedad entera. La Diligencia es un país entero metido en un pequeño carruaje: un banquero, un jugador, una prostituta, un convicto, un médico borracho, una mujer clasista, un conductor, un sheriff y un honrado comerciante. Y lo más llamativo: Ford no habla de los años del Far West y de la guerra de secesión. El que tiene una deformación histórica como yo, ve el reflejo de lo que el director veía con sus propios ojos: un país que acaba de salir de la peor crisis de su historia (el crack de 1929), perdido, sin conciencia clara de su misión en el mundo, y en el que los viejos roles y valores sociales ya no valen y todo tiene que ser desmantelado.
Un pequeño ejemplo: Solo con Roosevelt, el New Deal de fondo y la abolición de la ley seca, se puede entender la conversación del banquero con el médico en un momento del viaje. Después de una perorata de liberalismo rancio por parte del banquero, en el que ataca al estado, al ejército y a toda la sociedad el personaje (que resulta tan actual en los años 30 como ahora mismo) acaba diciendo más o menos lo que sigue:
- Este país necesita más hombres de negocios.
- Lo que este país necesita son más cogorzas.
- ¿Qué dice usted?
- Cogorzas.
- Está usted borracho.
- Sí señor, ¡y a mucha honra!
Lamento si tiene algún pequeño error. Escribo el diálogo de memoria, como quien recita su canción favorita desde pequeño.
La historia de La Diligencia es la historia de la remisión y la caída de sus personajes principales, y con ellos la sociedad entera. Muere el jugador oportunista, cae el banquero sin escrúpulos y estafador, la mujer clasista es humillada, mientras que el médico borracho acaba convertido en héroe, Dallas y Ringo se reintegran en la sociedad y el sheriff (le voy a poner el papel del estado) pone las nuevas reglas de juego y acaba como juez de la película, sentenciando la inocencia para los antiguos convictos. Podría hablar de infinidad de detalles y recrearme en cada escena. Pero eso supondría escribir un libro entero: sirva esto de pequeño homenaje.
La Diligencia es más que un western. Es la primera y auténtica road movie, en el que un viaje une los destinos de personas de clases sociales dispares. El ataque de los indios apache y el enfrentamiento de Ringo con los Plummer no son más que un escenario perfecto para el análisis psicológico de unos personajes que en el fondo reflejan una sociedad entera. La Diligencia es un país entero metido en un pequeño carruaje: un banquero, un jugador, una prostituta, un convicto, un médico borracho, una mujer clasista, un conductor, un sheriff y un honrado comerciante. Y lo más llamativo: Ford no habla de los años del Far West y de la guerra de secesión. El que tiene una deformación histórica como yo, ve el reflejo de lo que el director veía con sus propios ojos: un país que acaba de salir de la peor crisis de su historia (el crack de 1929), perdido, sin conciencia clara de su misión en el mundo, y en el que los viejos roles y valores sociales ya no valen y todo tiene que ser desmantelado.
Un pequeño ejemplo: Solo con Roosevelt, el New Deal de fondo y la abolición de la ley seca, se puede entender la conversación del banquero con el médico en un momento del viaje. Después de una perorata de liberalismo rancio por parte del banquero, en el que ataca al estado, al ejército y a toda la sociedad el personaje (que resulta tan actual en los años 30 como ahora mismo) acaba diciendo más o menos lo que sigue:
- Este país necesita más hombres de negocios.
- Lo que este país necesita son más cogorzas.
- ¿Qué dice usted?
- Cogorzas.
- Está usted borracho.
- Sí señor, ¡y a mucha honra!
Lamento si tiene algún pequeño error. Escribo el diálogo de memoria, como quien recita su canción favorita desde pequeño.
La historia de La Diligencia es la historia de la remisión y la caída de sus personajes principales, y con ellos la sociedad entera. Muere el jugador oportunista, cae el banquero sin escrúpulos y estafador, la mujer clasista es humillada, mientras que el médico borracho acaba convertido en héroe, Dallas y Ringo se reintegran en la sociedad y el sheriff (le voy a poner el papel del estado) pone las nuevas reglas de juego y acaba como juez de la película, sentenciando la inocencia para los antiguos convictos. Podría hablar de infinidad de detalles y recrearme en cada escena. Pero eso supondría escribir un libro entero: sirva esto de pequeño homenaje.
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