Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

viernes, 16 de octubre de 2009

PREMIAR EL TALENTO O DEFENDER LA IGUALDAD

Explicar Platón aparentemente no da problemas para un profesor, excepto cuando tocamos su mirada aristocrática de la sociedad. Aristocrático en sentido griego del término, y no medieval: el mejor es el que debe gobernar, y para ello, hay que darle una educación diferente a la del resto. Hay que mimar al mejor, según Platón, porque es la única forma de conseguir una sociedad equilibrada, en el que cada uno tiene que ocupar su puesto, marcado por sus capacidades naturales. El que no valga, como en Esparta, que sea pasto de los buitres: los griegos quizás no eran demasiado clementes con los débiles. Al menos Platón concedía que para averiguar quién es el mejor, todos eran iguales en el nacimiento: hombres y mujeres, ricos y pobres, nobles o plebeyos. Pero una vez que se hacía la selección y se conocían las capacidades del individuo, cada uno debía ocupar su puesto en la ciudad.
En una sociedad como la nuestra, nuestra primera reacción es un fuerte rechazo hacia esta interpretación: preferimos casi la mediocridad del pueblo frente a la visión autoritaria de una élite bien formada, sobre todo porque la historia nos enseña que las élites también se corrompen y acaban en dictaduras o desigualdades. Pero mirando hacia el modelo de Platón, se nos suscita la pregunta eterna de si no hay ninguna cosa salvable de su teoría: si debemos regresar a una educación que premie el talento o no. El debate en segundo de bachillerato se hizo agrio entre aquellos que no deseaban una educación elitista y defendían la igualdad como un logro básico de nuestra sociedad, frente a otros que deseaban recuperar el talento aún a costa de provocar una división educativa para no dejar en la estacada a los más capacitados. El tema es complejo y delicado.
La enseñanza tradicional partía de privilegiar tres cosas: la riqueza, el talento y el esfuerzo. Desgraciadamente, la capacidad económica y la posición cultural condicionaba en buena medida la explotación del talento y la rentabilidad del esfuerzo del alumno. Se producía la terrible injusticia de mucha gente con talento o con ganas de estudiar que no podía aspirar a una educación superior por no haber tenido una posición económica mínima. En los últimos cuarenta años, se intentó evitar esta lacra, haciendo una enseñanza obligatoria y gratuita hasta los 16 años y abriendo por primera vez en la historia la universidad a las clases más humildes.
Pero esto no ha sido sin costos: en la necesaria lucha por alcanzar una igualdad de oportunidades para todos, me parece que se ha echado por la borda las otras dos características que eran imprescindibles para un buen sistema educativo. Es casi tópico decir que para que esa igualdad de oportunidades fuera real, ha sido necesario reducir el esuferzo, conceder mil y una oportunidades, y rebajar los mínimos para aprobar. De esa manera, consejerías y ministros defienden que el fracaso escolar se reduce; dentro del profesorado, está la opinión generalizada que los títulos de la E.S.O. casi se regalan.

Aparentemente, todos serían felices en este mundo color de rosa, excepto por dos cosas con una factura importante para la sociedad. En primer lugar, la situación no es agradable para aquellos que precisamente tienen un talento oculto o unas capacidades superiores al resto. De acuerdo con las estadísticas, un 2% del alumnado tiene una inteligencia muy superior a la normal, y es en esta pequeña franja donde el fracaso escolar se extiende con fuerza. Tenemos superdotados condenados al fracaso por falta de motivación, o que están a la mitad de su rendimiento potencial. Pero está claro que en nuestra educación se premia el derecho a aprobar frente al derecho de aprender más.

Del otro lado, hacer un sistema educativo "blando", significa condenar al engaño a mucha gente que a fuerza de repetirselo, se cree que la vida después de la ESO o el bachillerato sigue siendo igual de fácil. Ojalá la sociedad que nos rodea tuviera la misericordia que tiene un profesor de secundaria con sus alumnos: Generamos expectativas que después son imposibles de cumplir, y el fracaso que ha sido evitado en la secundaria aparece con toda su fuerza en la universidad o el mundo laboral.

El reto, naturalmente pasa por mantener esa igualdad de oportunidades para toda la sociedad (no podemos permitirnos quitar la mejor cualidad de nuestra educación) pero superando el durísimo costo de sacrificar lo mejor de nuestro alumnado y condenarlo a la holgazanería y el aburrimiento. Es cierto que se están dando pasos en esta atención a la diferencia y los alumnos están dejando de considerarse todos iguales. Pero mientras el objetivo primordial de los políticos y padres sea sencillamente reducir de cualquier forma la estadística del fracaso escolar, no haremos las cosas bien, y los profesionales cualificados que necesita la llamada "sociedad del conocimiento" seguirán tan lejos como siempre.
.

La educación color de rosa: un engaño sobre la vida real, o un lugar donde por fin hemos desterrado el elitismo y las diferencias económicas.

4 comentarios:

  1. Bueno este es uno de esos debates propuestos un jueves a las 8:00 de la mañana en el que aparentemente dormidos alumnos de 2º de Bto. acaban casi a voces mientras que otros en verdad si permanecen dormidos. Pos este simple hecho podemos ver la diferencia de gente que se encuentra en una clase. Siempre son los mismo los que debaten, o incluso discuten, mientras que la gran parte de la sociedad-clase- simplemente le da igual.
    Este tema se presenta conflictivo, pero los que apoyan el progresismo radical y el todo debe ser exactamente igual para todos no se dan cuenta que en el mundo real no es así. Podrás recibir una educación completamente igualitaria y recibir el mismo graduado el que aprobó por los pelos y el que tuvo todo 10, sin embargo, en el posterior mundo laboral no será igual, no te van a valorar simplemente por un papel que diga que aprobaste sino por una entrevista personal o un periodo de prueba que dirá si de verdad te mereces ese papel. Entonces, ¿qué estamos creando?, estamos creando números, cifras, porcentajes; no hay fracaso escolar ¿por qué? porque la mayoría de los estudiantes españoles tienen la ESO, de que sirve que tengan la ESO si no saben nada.
    No considero que se deba separar a los alumnos, los listos por un lado y los tontos por otro, como algunas personas pretendían malinterpretar; solo pienso que a partir de una cierta edad cada persona destaca por una cosa y se debe fomentar aquella faceta destacable de cada cual, pues todos la tenemos. Hay personas que no valen para estudiar pero son fántasticos músicos, pintores... ¿por qué se debe obligar a esos niños a recibir una educación elevada en literatura o en matemáticas si para conseguir aprobar van a necesitar un esfuerzo grandísimo y pasados dos meses lo habrán olvidado todo?, porque todos los profesores estaréis de acuerdo en que la mayor parte de las cosas que se aprenden al curso siguiente se olvidan. Creo que esa persona sería más útil haciendo lo que se le da bien y podría llegar mucho más lejos, y exactamente lo mismo al contrario ¿por qué la gente que tiene capacidad para estudiar tiene que frenar su ritmo de aprendizaje porque haya algunos que no puedan seguirlo? así están mal las dos partes, unos se frsutran porque no consiguen alcanzar a los más avanzados y estos se aburren. El problema que veo es que la gente ve menos digno ser fontanero, por poner algo, que tener una carrera y por eso negarle a un niño la posibilidad de llegar a alcanzar unos estudios universitarios es "discriminar" si esas personas se quitaran los prejuicios de la cabeza y vieran con el mismo prestigio a un médico que a un albañil entonces no habría problema.

    ResponderEliminar
  2. El año pasado nos decía Mª Ángeles que en el fondo todos llegamos a nuestro grado de incompetencia, como una persona es muy buena en su trabajo y destaca se le asciende pero alomejor en ese nuevo puesto es un total inepto. Por poner un ejemplo un albañil es buenísmo y destaca sobre todos sus compañeros asi que le nombran jefe de obra y se vuelve un total desastre, porque es el el mejor siendo albañil pero no sabe dirigir a los demás y así es como alcanzamos nuestro grado de incompetencia. Y esto lo vemos cada día en cada trbajo como a la gente le viene grande incluso en el mundo de la política, esto se da en todos sitios; por eso ¿por qué no fomentar de cada cual lo mejor? y así tener una sociedad de buenos trabajadores y de buenos dirigentes, pero esta claro que esto es muy utópico, en teoría cada cual debería ser consciente de sus virtudes y de sus limitaciones y ponerse metas, no conformarse claro esta, pero meta alcanzables y en las que puedas ser útil para los demás. ¿de que sirve que yo diga me gusta la natación pues voy a entrenar y entrenar para ser el mejor? sino tengo cualidades físicas ya puedo entrenar toda la vida que no voy a ser Michael Phelps, lo que pasa es que decir esto es ir en contra de lo perfecto de los ideales que son los quedan bonitos, yo no me pringo yo digo todos iguales y el que no piense como yo es que quiere discriminar, pero por favor pensad un poco más allá de lo que nos venden y de lo que dice la tele.

    ResponderEliminar
  3. Sí, la verdad es que el tema es delicado. El principal problema de todo esto, en mi opinión, es que creamos un ambiente en el que la gente acaba creyendo que la vida va a ser una prolongación de la escuela, con todas las oportunidades que esta da.

    Y también es verdad otro detalle: por qué nos empeñamos en que toda la sociedad tenga que ser estudiante y universitaria? los prejuicios siguen presentes, un universitario tiene más prestigio que un técnico de FP, y son igual de dignos los dos.

    De todos modos, yo creo que el fracaso de la educación en España (o mejor dicho, en el sur de España, porque de Castilla para arriba se tienen niveles europeos) tiene también otras muchas causas, empezando por las familias. no lo resolveríamos cambiando una ley.
    Qué complicado es todo!!!

    ResponderEliminar
  4. pues sí, qué complicado es. Menos exigir leyes y más educación en las casas es lo que hace falta. Gracias por lo del email. ;)

    ResponderEliminar