Cuando la autenticidad de uno mismo se viste de intransigencia hacia los demás, la verdad se vuelve una luz cegadora.

miércoles, 21 de octubre de 2009

ENTREVISTA CON EL PRIMER ANARQUISTA: DIÓGENES.

La actual vivienda de nuestro distinguido personaje.

Señoras y señores, tapénse los ojos con el personaje que tenemos aquí. Ni más ni menos, 2500 años después, el señor Diógenes está aquí presente con nosotros y ha tenido a bien concedernos una entrevista para nuestro blog. Lo encontramos en los restos de una casa okupa, mascando una raíz, y preparando unas setas que se ha encontrado en el parque.

Ent.: Usted es una persona conocida en el mundo entero por su amor a la basura.
Diógenes: No, no te equivoques. Yo no amo la basura. Me resulta completamente indiferente para mí.
Ent.: Pero una enfermedad tiene su nombre...
Diógenes (suspira): Ya, ya me he enterado. En fin, supongo que me lo habré buscado, pero no era mi intención pasar por el personaje más guarro de la historia.
Ent.: Tiene algo contra la higiene personal?
Diógenes: No. Lo tengo solo contra los afeites, lociones, colonias, piercings y tatuajes. Vomitaría sobre todos aquellos que embellecen su cuerpo para no aceptar el paso del tiempo.
Entr.: Se cuenta que tuvo problemas con las autoridades de su ciudad...
Diógenes: Joder, miles de años repitiendo la misma historia. Vamos a ver, me echaron de mi ciudad por no querer hacer lo que vosotros llamáis el servicio militar. Negarse a eso es como morir en vida. Pero, ya ves, murió toda mi familia, y no tenía nada que me apegara en aquella tierra. Me pregunté: y por qué no veo algo de mundo. Algo que me aleje de mis provincianos ciudadanos.
Entr.: Y embarcó.
Diógenes: Y efectivamente, embarqué. Y fue cuando me cogieron preso los piratas. Aquella experiencia me enriqueció mucho. Me di cuenta de lo sencillo que era sobrevivir con tan poco, y seguir siendo feliz. Los piratas me admiraban porque era capaz de resistir cualquier penalidad sin inmutarme lo más mínimo.
Entr.: Después llegó la liberación.
Diógenes: Sí, y mi llegada a Atenas. Caí en gracia a mi libertador, y un tiempo después, me concedió todos sus bienes.
Entr.: Eso, aparentemente, está en contra de toda su forma de entender las cosas.
Diógenes: Efectivamente, ahí tuve que hacer la gran opción de mi vida. No sé si me creerás si te digo que estar con esos bienes, gozar de una casa y una reputación se convirtió en una cárcel mucho peor que la de los piratas.
Entr.: Y de ahí pasó a pasearse por la ciudad en tinaja y viviendo como los perros.
Diógenes: Más o menos. Pero era libre. La libertad es un sueño por el que hay que darlo todo.
Entr.: Es cierta la historia que cuentan de usted con Alejandro Magno?
Diógenes: Solo en parte. Es cierto que ese tipo me prometió el oro y el moro, pero yo no estaba interesado en esas cosas. Tan solo le pedí que me dejara en paz y me dejara disfrutar del sol. Le pregunte, puedes darme el sol, eh, si no puedes, ya te vas por donde has venido.
Entr.: Pero eso es lo que se dice de usted.
Diógenes: Sí, pero luego no cuentan que los esbirros de Alejandro me sacudieron y me rompieron la tinaja donde vivía. El tío no era de esos a los que puedes humillar así como así, entiendes...
Entr.: Se sintió humillado ese día?
Diógenes: humillado, no por favor. De hecho, le debo un favor: me ayudó a quitar el último amor que me quedaba entonces, la tinaja. Empezaba a sentirme demasiado apegado a aquello.
Entr.: Veo que ha cambiado su tinaja por el neumático gigante en una casa ocupada.
Diógenes: viene a ser lo mismo. Me interesa siempre estar en los márgenes de la sociedad.
Entr.: No echa de menos el amor?
Diógenes: El amor genera ataduras. Cuanto más amas una cosa, más miedo tienes de perderla. A largo plazo, el amor es sufrimiento. Sufrimiento para ti, y también sufrimiento para aquellos que te aman.
Entr.: No a la guerra?
Diógenes: La guerra es de idiotas. A mí que no me vengan, quien va a la guerra, va porque quiere. Mira al Russell, ese no quiso ir a la guerra, y pum, enchironado. Pero no fue a la guerra.
Entr.: Una palabra que le defina.
Diógenes: Indiferencia. Ataraxia. Paz interior.
Entr.: Otra gente le definiría de otra forma: se le acusa de ser un provocador y gustarle la polémica.
Diógenes: Como comprenderás, lo que piense el resto de la gente de mí... me importa más bien poco.
Entr.: Sobre la religión.
Diógenes: Mi compañero Nietzsche ha dicho todo lo que tenía que decir al respecto. En cualquier caso, guardo mucho respeto hacia el budismo.
Entr.: Una última cuestión. Cómo ve el mundo en nuestra época.
Diógenes: Una puta mierda. Volver a vivir para ver esto no merecía la pena. Nunca he visto hombres más sometidos a las más variadas de las obsesiones. Tú mismo, esperando que su entrevista sea vista o leída por gente, pendiente de un salario. Estás conmigo tres días y te hago el mejor de los perros.
Entr.: no lo creo posible.
Diógenes: La verdad es que yo tampoco.

4 comentarios:

  1. Oh my god! ö
    me ha encantado, Angelillo!!
    Que te lo pases bien en Madrid, que te guste el musical, y que encontreis un precioso nombre para vuestro precioso retoño :P.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Anais... Me encanta este personaje, y me recuerda mucho a mis viejos amigos holandeses.

    Me temo que lo del nombre va a ser complicado. Lo de Madrid, el musical ha sido un espéctaculo adolescente total: música, baile y mucho sexo.

    ResponderEliminar
  3. ¡Angelillo, felicidades! Me acaba de decir David que va a ser niño. ¡Enhorabuena! :-D

    ResponderEliminar
  4. Gracias Alberto! Y no te preocupes tanto por Platón, está tirado.

    ResponderEliminar